El centro de gravedad de la excelencia futbolística europea se ha trasladado del Mediterráneo al Atlántico Norte, de España a Gran Bretaña. Los equipos ingleses copan las listas de éxitos y sólo el Barcelona enfrenta cañones a la armada británica. Los roles comenzaron a cambiar cuando los ingleses decidieron injertarle talento al músculo casi al mismo tiempo que en España le empezaban a inyectar músculo al talento. Y aunque es tarea más dificultosa construir que destruir (ya dijo Di Stefano que hace falta una carrera de cinco años para levantar un edificio y sólo una piqueta para derribarlo), la millonada de los magnates que aterrizaron en la Premier ha permitido a los ingleses contratar a los mejores arquitectos. El fútbol, que es la guerra por otros medios, se basa en la ofensiva: la defensa te hace invencible, pero la victoria te la da el ataque. Puedes ganar alguna batalla por la vía del aguardo y la emboscada, pero nunca un largo campeonato.