Es una auténtica satisfacción para todos, leer esas noticias en las que todas las tierras de la trilogía, Tábara, Aliste y Alba aparecen junto a Tras Os Montes en unos miles de folletos y acompañadas de auténticas guías para repartir y divulgar por todas partes dando a conocer los rasgos de una amplísima comarca, que por su extensión podemos considerarla si la enlazamos con su rica historia y tradiciones, como una región, por cuyo reconocimiento tanto luchó el siempre recordado padre Mouriño.

Toda actividad cultural a ambos lados de la Raya debe estar perfectamente englobada dentro de un calendario y de un programa conjunto y a pesar de los posibles encarecimientos, a partir de este momento toda esa publicidad conjunta debería aparecer en las dos lenguas, dado el extraordinario interés, que la lengua de Camoes ha despertado en nuestra provincia, la extraordinaria atención con que ha sido acogida.

Son numerosísimas las celebraciones que a lo largo de la Raya se vienen celebrando desde hace siglos y nadie duda que después de la Pascua de Resurrección la primera que rompe el fuego en esa histórica línea es La Luz en la que Moveros por este lado y Constantin por el otro arrancan cada año en el último domingo de abril la gran expectación entre pueblos hermanos que constituyó aún en las pasadas épocas de limitaciones, auténtica muestra de hermandad y convivencia.

La célebre y popular de la tradición de las Siete Hermanas, las siete advocaciones que como tales figuran, se reparten a ambos lados de la Raya. Todo un fenómeno religioso festivo y económico, coincidiendo esos dos factores clave en las relaciones de los pueblos, la cultura y la economía, en estos casos tan concretos, con el aire festivo que tanto nos va a los habitantes de la Península Ibérica sin duda fruto de un carácter forjado a través de los tres milenios y con la consiguiente aportación de gentes, pueblos y culturas.

Si La Luz abre las puertas a las celebraciones, ésta del próximo domingo nos recuerda junto a la romería tres puntos que son obligados cumplir para entender en gran parte todo lo que esos encuentros representan a través de siglos de existencia. Primero, recorrer la línea de la Raya desde el mismo Duero, de marra a marra subiendo hasta La Luz, Castro Ladrón, hoy Castro de Alcañices junto a Brandilanes, explican la presencia de la caseta del Jejo frente a Ifáñez y Paradella, como más arriba y en todo lo alto la ermita con Moveros y Constante, una frontera permeable, que se endurece en épocas de crisis, pero nada más y en esos recorridos nos encontramos con curiosidades a lo largo de la Raya que explican un sin fin de circunstancias, cruces de nos recuerdan accidentes, marras curiosamente colocadas, vértices geodésicos en la Raya auténticos monumentos con las fechas de su fijación en la segunda mitad del diecinueve, en conjunto una serie de curiosidades que hacen agradable a la vez que ricamente instructivo el recorrido.

Cada uno de los lugares citados constituyen una auténtica lección que nos hace remover desde los primeros castros a restos de vías romanas y en los que tristemente de uno y otro lado se nota la decadencia del mundo rural fenómeno que según parece no interesa a casi nadie.

Y para que no haya dudas, lo mejor es ir a la fuente y esa está en "La Gaceta de Madrid" del día 29 de septiembre, festividad de San Miguel de Vendías como se le conoce por estas tierras del año 1864 en la que se describe la actual línea de la Raya. Varias son las obras publicadas, sobre la Raya, situación e afluencias de uno y otro lado. A veces no siempre la han tratado con acierto, ignorando sus valores y posibilidades, desde la geografía a la ganadería, sin olvidar esos detalles de la vida rural y artesanía que son verdaderos descubrimientos cuando te topas con ellos. Hoy esa Raya es ya amplísima franja que ha comenzado a demostrar quién es, cómo es y lo que es capaz de hacer.