La segunda mitad del siglo XIX es rica en una serie de principios y de doctrinas políticas que nos explican en gran parte esa serie de movimientos políticos, sociales y económicos que en muchos casos, como es frecuente en el nuestro, derivan en guerras y conflictos, sobre todo cuando junto a esos principios se engarzan sucesiones dinásticas, y surge enfrentamiento entre monárquicos y republicanos.

Nosotros no fuimos ajenos a esos fenómenos y bien claro lo tenemos en las páginas de nuestra historia, acentuándose en la Península y dando lugar al iberismo, esa doctrina política que propugnaba el desarrollo de relaciones culturales y económicas entre España y Portugal, idea que ha permanecido en estado latente desde mucho antes que esta doctrina y movimiento viera la luz en las páginas de la celebre obra del autor catalán Sinibaldo de Mas, "La Iberia", en la cual trata y describe con todo lujo de detalles esa doctrina y esa filosofía que constituiría la base de la unidad ibérica.

Esta doctrina que nace en Lisboa, creará inmediatamente seguidores y adversarios y serán republicanos y monárquicos quienes van a capitanear ambos bandos.

Ante esa doctrina, también a nuestro lado surgen seguidores bajo distintas formas y formaciones, siendo uno de los más representativos Pi i Margall, uno de los cuatro presidentes de nuestra Primera República, que pasó como un rayo de luz sin apenas dejar huella.

La solución Federalista no es ajena a la doctrina del Iberismo y dentro de los dos grandes principios de la cultura y la economía, no fueron ajenas las soluciones político administrativas, si tenemos en cuenta y nos situamos en esa constante contradicción de ideas, de corrientes y de soluciones de esa movida segunda mitad del XIX.

Coletazos de aquellas situaciones no resueltas entonces las estamos viviendo y sufriendo en este momento, situaciones que nunca se plantan al otro lado de La Raya, afortunadamente para ellos.

Sin embargo y afortunadamente, aquellas doctrinas nacidas junto a la desembocadura del Tajo, que proponían el inicio de unas relaciones entre los dos países vecinos de la misma casa, comenzando por las culturales para seguir con las económicas, son hoy una realidad creciente y asentada sobre bases que sin duda por ambas partes ofrecen toda clase de garantías.

Y han sido los pueblos fronterizos de uno y otro lado de La Raya los que han avanzado en el encuentro, desde la indumentaria lo popular y lo festivo sumando las celebraciones de intercambio cultural que va desde el cultivo y estudio de la lengua a una constante presencia a uno y otro lado de actuaciones de todo tipo. El bloque se relaciones culturales al norte de Duero está sobradamente desarrollada asumiendo la doctrina ibérica.

Hoy se está reforzando de manera efectiva la segunda base de la doctrina iberista, las relaciones económicas, y vemos como las instituciones se mueven en ese sentido, asentando las primeras piedras del gran monumento económico que se levantará sobre el solar de Iberia. Nuestra Fundación Alfonso Henriques y la Cámara de Comercio, a dúo y en marcha caminan arropadas por esas bases a lo largo de setecientos kilómetros de frontera que constituyen una fuerza de tal poder y calado que en ambas naciones no les quedará más remedio que admitir la evidencia de una realidad y levantar las banderas de la unidad, al tiempo que se descubre el monumento al padre del iberismo que mantendrá en sus manos el volumen de "La Iberia". Hemos tardado siglo y medio en entenderlo, tiempo que hemos perdido, olvidando el viejo aforismo de que «el tiempo es oro».