O Pepiño es muy listo y Maleni muy torpe; o ambas cosas a la vez o tal vez ninguna. El caso es que el reciente titular de Fomento llega a su Galicia natal y dice sin decirlo (a la gallega, o sea) que las fechas adelantadas por él mismo, por su antecesora y por el Presidente del Gobierno para la llegada del AVE a su tierra difícilmente podrán cumplirse y que no se puede engañar a los ciudadanos. Se desdice Blanco porque no es lo mismo la prédica que dar trigo y lo que vale en período electoral resulta baldío en cualquier otra época, aunque ese axioma puede aplicarse a cualquier partido político y cualquier administración, del signo que sea. Pepiño será el bueno de la película si consigue que Magdalena Alvarez pase por la mala. Y va camino de ello: en cuarenta minutos desatasca con Esperanza Aguirre las obras en Madrid que la que le precedió había paralizado "sine die". Y con Feijóo pretende la misma carambola.