Por fin, y a la vista del programa de actividades puesto en marcha por nuestra institución municipal, la sensatez y el reconocimiento a través del sentido común, sentido que debería regir todas nuestras actividades como principio, se ha puesto en marcha un programa de promoción turística para que a través de la vieja y maltrecha Hispania -o si les gusta a ustedes más Iberia- y después a través del exterior, se conozca la riqueza de detalles, de lugares y rincones cargado del inmenso peso que la historia ha depositado sobre ellos a través de más de dos mil años.

Por fin alguien con sentido común ha descubierto ese rico filón de nuestra provincia y de nuestra capital. Descubrirlas y disfrutarlas es ya de por sí un atractivo y eso se ha puesto en marcha. Ya era hora.

Haciendo un poco de repaso en este campo, tan rico y hasta ahora tan poco cuidado, el fenómeno como actividad, como posibilidad y como fuente de ingresos se ponen en marcha en el segundo período de la llamada Dictadura de Primo de Rivera, durante el Directorio Civil. Ya en esa época se publicaron magníficos folletos de divulgación con fotografías color sepia y breves textos, que algunos maestros consiguieron llevar a sus escuelas para empezar a inquietar a sus niños, a conocer cosas de su tierra. Este fenómeno se va a incrementar e incentivar a lo largo de la Segunda República. Se consolidan los Centros de Iniciativas de Turismo, que aun existiendo estarían sincronizados con las creadas Delegaciones Provinciales de Información y Turismo. Las Delegaciones Provinciales mantenían teóricamente vivo el espíritu desde su fundación. Fernando Gil Nieto fue durante años nuestro delegado provincial de Turismo. También Gerardo Pastor Olmedo, ambos de viva actividad dentro del sistema y al mismo tiempo el CIT, el Centro de Iniciativas Turísticas que colaboraba dentro de las limitaciones del momento. En su última etapa, Julián Garrán Celada mantuvo vivo el espíritu del centro y en la Casa de Cultura, bien es cierto que de cara al interior, la semana de diapositivas y del cine de aficionados -con las posibilidades que la técnica ofrecía en la década del setenta- constituyeron un pequeño revulsivo en la sociedad zamorana. Dentro de este campo y actividades hemos de destacar al siempre amigo Gonzi, maestro en su género, que divulgó a través de lo más avanzado del Súper Ocho las bellezas y los encantos de nuestra ciudad y de la tierra zamorana en general, principalmente entre los zamoranos del Norte, o sea los asturianos, ya que Gonzalo se afincó en Oviedo.

La última presencia de nuestro Centro de Turismo estuvo en Tenerife, donde se presentaron dos sencillas muestras sobre las Ferias y Fiestas de San Pedro, incluida la del Barro, que fue un auténtico éxito.

Hoy la institución municipal ha tomado las riendas de este importantísimo tema por su cuenta, con la decisión y según parece bajo una buena dirección, y ha saltado la barrera de lo interior y se ha lanzado fuera a esa tierra de nadie, para decir alto y con buena voz que aquí hay cosas muy importantes, tan importantes que son en muchos casos únicas y además de muchas, de tal riqueza, variedad y atractivo que la vuelta cuando se llega a ellas es de tal fuerza que marca esas cadenas interminables de amigos que constituyen familias. Es esa población flotante permanente que viene y vuelve cuando se cuidan esos pequeños detalles de la vida en común, que hacen más simpático el encuentro y nos deja ese sabor de buen gusto que saboreamos a lo largo de días y días entre los recuerdos y nos hace volver, hasta convertir los caminos de ida y vuelta en esa cadena interminable de la historia de las ciudades que han sabido cuidar esos caminos. Por fin hemos tenido la gran suerte de conocer un verdadero Plan de Promoción. Enhorabuena a quien corresponda...