La provincia de Zamora cuenta con importantes zonas boscosas, de diversas especies y con múltiples aprovechamientos, que confirman el potencial zamorano en el ámbito de los recursos naturales vinculados al bosque. De entre todas las masas forestales de la provincia destaca el Tejedelo, en Requejo, en la comarca sanabresa, una de las manchas de tejo más importantes y mejor conservadas de la Península Ibérica.

Como señala el ingeniero de Montes Juan Andrés Oria de Rueda en un voluminoso estudio dedicado a los bosques más destacados de Castilla y León, el Tejedelo de Requejo, «donde comparten escenario tejos, acebos y robles» destaca «por el enorme grosor de sus ejemplares», conformando una de las masas forestales «más admiradas por quienes se interesan por los bosques con árboles de troncos milenarios». La pasada semana el Tejedelo fue noticia por la creación, en su interior, de una senda interpretativa que permitirá a zamoranos y visitantes conocer mejor este emblemático bosque y ordenar, a la vez, los usos turísticos de un espacio natural muy sensible a la presencia humana y a las agresiones externas, tales como los incendios forestales o las recolecciones furtivas de plantas jóvenes de tejo y acebo.

La conservación del Tejedelo y su uso ordenado sólo pueden suponer beneficios para los habitantes de Requejo y de la comarca sanabresa, una de las más destacadas, paisajísticamente, de la provincia. En un escenario de creciente despoblamiento del medio rural, una de las iniciativas que pueden ayudar a fijar población y a generar empleo y riqueza es aquella ligada a la explotación sostenible de los bosques, no sólo en lo que se refiere a los usos maderables sino también, como en el caso del monumental bosque de tejos sanabrés, mediante la potenciación de usos recreativos, educativos y culturales.

Tan importante como la función ecológica es saber aprovechar la capacidad del bosque como productor de bienes y servicios, pero ambas actividades han de ser compatibles y complementarias. Las poblaciones rurales han de mantener una relación estrecha con los bosques, origen de productos primarios y elaborados y fuente de riqueza. Es importante por tanto explotar los bosques de manera sostenible mediante un modelo de desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades en relación con ese recurso tan valioso.

La provincia de Zamora, que conserva otros interesantes rodales de tejo en los cañones del Cárdena y el Tera, mezclados con acebales y rebollares, ofrece un amplio catálogo de masas boscosas relevantes, de la que Oria de Rueda hace memoria en su publicación sobre los bosques más sobresalientes de la comunidad autónoma castellano-leonesa. Los enebros, a los que llaman jimbros en zonas de Sayago, gozan de una presencia sobresaliente desde Villalcampo a Fariza y Fermoselle, donde se extiende, a uno y otro lado de "la raya", «la masa de enebro de la miera más importante de la Península Ibérica», según este ingeniero de Montes.

No hay que pasar por alto los frecuentes encinares que se extienden por la zona occidental de la provincia, en las comarcas de Aliste, Sayago, Tábara, La Carballeda y los Valles de Benavente. En el norte de la provincia son dignos de reseñar los de Villalverde de Justel, Peque y Otero de Centenos, con notables aprovechamientos micológicos. Las setas se han convertido durante los últimos años en Zamora, en una interesante fuente de ingresos para las economías locales, vinculada casi siempre al bosque.

Pese a que el roble albar no domina la geografía boscosa de la provincia, destacan las frondosas carballedas de la sierras de La Cabrera. La provincia alberga importantes alamedas de álamo temblón en las cercanías de Donadillo, Rosinos de la Requejada, Escuredo, Anta de Rioconejos y Cerezal de Sanabria. Se trata de un árbol de frecuente uso en Zamora para la confección de vigas de techumbres o como mayo en las romerías populares.

Los mejores ejemplares de abedúl blanco se encuentran en la cuenca del río Negro, Porto y en la sierra de La Culebra. Y respecto a los sotos y bosques de ribera, Zamora cuenta con notables alisedas, fresnedas y choperas. Alisos en las cuencas de los ríos Negro, Calabor y Manzanas, y en Hermisende. Fresnedas en la Carballeda, valles de Benavente, Aliste y zonas de Sayago, Toro y Tierra del Vino. Las alamedas dominan el tramo del Duero entre Toro y Zamora, y la desembocadura del Valderaduey.

Las choperas naturales de chopo o álamo negro más sobresalientes se encuentran en las riberas del Duero desde su entrada en la provincia hasta Fresno de la Ribera y Coreses, y, en la cuenca del Tera, en lo tramos bajos de las localidades de Micereces, Abraveses, Sitrama, siendo «más abundantes y de mayor talla», entre Santibáñez y Santa Croya. Destacan sobremanera los de la ribera del río Castrón en Ferreras de Abajo y de Arriba. El pinar albar de Toro, que se extiende a ambos lados del Duero, desde Toro a Fresno de la Ribera y desde la Ciudad de las Leyes a Venialbo, es considerado uno de los pinares piñoneros más destacados de la región.

En un escenario de cambio climático y de pérdida de calidad de los ecosistemas, proteger los bosques es una necesidad de primer orden a nivel mundial porque los árboles son elemento esencial del medio ambiente y claves para el sostenimiento de la biodiversidad. A nivel local, las masas arbóreas añaden a su valor biológico la capacidad para generar una importante actividad económica. El bosque es, por tanto, fuente de vida y de riqueza también en provincias como la de Zamora. Si los bosques ayudan, mediante su explotación ordenada y responsable, a la diversificación de la actividad de las deprimidas poblaciones rurales, ofreciendo alternativas a su renta tanto en la explotación directa como en el empleo que genera la actividad forestal; y si además su conservación genera otros activos, como en el caso del Tejedelo, por la vía de la atracción turística, se habrá dado un paso importante en la mejora de las condiciones socio-económicas de los habitantes de nuestros pueblos.