Aquí ya no hay Tomate. Se despide de la parrilla un programa polémico como pocos que ha dado pie a sucedáneos y otros productos televisivos en lata y salsa condimentada, casi siempre rosa. El Tomate era latoso y se lo han llevado por delante sus frecuentes salpicaduras. En su vespertina ensalada diaria de nombres famosos, Jorge Javier y su compañera de reparto no se anduvieron nunca por las ramas: a la mayoría los ponían verdes, a muchos los tenían fritos y a unos cuantos los trituró sin compasión. A otros personajes con fecha de caducidad los devolvió a la actualidad mediática en envase de ocasión, porque la realidad televisiva es una tómbola. Al final resultó que el programa de Adrián Madrid tenía la mandíbula de cristal y lo empezó a pudrir el hastío de unos comensales que a la hora de la siesta empezaban a no tragar tanto toma pan y moja.