Pues se ha animado el cotarro electoral, vaya si se ha animado. Discurría la precampaña entre ofertas de todo tipo que la gente escucha como el que oye llover, pues hace mucho que ha dejado de fiarse de promesas de candidatos, cuando a Zapatero y los suyos, conscientes tal vez de la asumida volubilidad de este tipo de compromisos, imposibles muchos de ellos, se les ha ocurrido ir a lo seguro, a lo práctico, con una actualización y aplicación de la filosofía cotidiana, tan extendida en un pueblo escéptico de por sí como el español, del más vale pájaro en mano que ciento volando, especialmente en esta época de vacas flacas que parece ser se avecinan.

Hechos, que no palabras, o sea. Y englobando el anuncio en una importante reforma fiscal que supera anteriores ofertas del PP, devolver a cada contribuyente cuatrocientos euros del IRPF, pero ya mismo, en junio, si es que el PSOE gana las elecciones. Ha sido un impacto, ni

que decir tiene, y aunque el resto de las medidas supongan un alivio a la carga de impuestos que se padecen, lo que ha llegado al público, lógicamente, es lo de esa imprevista pero nada desdeñable paguilla extraordinaria de junio, con la que no se contaba y que puede resultar como un amable pórtico a la otra paga, a la de julio, para trece millones de personas, un millón en Castilla y León concretamente. La misma cantidad para todos, pero teniendo en cuenta que hay parejas que hacen declaración separada de la renta, serán ochocientos los euros que recibirán, algo que ya ha puesto los dientes largos a muchos electores.

Desde el PP se ha reaccionado como cabía esperar, como si alguien les hubiese pisado un callo, denunciando la vuelta al antiguo caciquismo con la compra de votos, y asegurando que lo que Zapatero hace es cobrar antes y luego devolverlo como si fuese un regalo. Su parte de razón tienen, es cierto, en cuanto a que el asunto parece retrotraer a antiguas prácticas caciquiles, en desuso pese al flagrante neocaciquismo cotidiano de los dos grandes partidos nacionales. Pero también se compran o pueden intentar comprarse votos prometiendo más de dos millones de puestos de trabajo, por ejemplo. Es lo que ha venido a replicar el PSOE, que ha echado sus macrocuentas y asegura que esa devolución apenas si supondrá la cuarta parte del sustancioso superávit actual del Estado y que ayudará a compensar la subida de las hipotecas y del consumo que se ha producido. En fin, que aunque falta más de un mes para la cita electoral, el anuncio de Zapatero puede haber supuesto un paso en firme para su consolidación en La Moncloa, que ya se sabe que al pueblo por donde mejor se le llega es por el bolsillo. El PP, por su parte, que ha errado en grande con la exclusión en las listas del centroderechista Ruiz Gallardón y con la entrada del capitalista Pizarro -la mayor parte de los electores no se suele identificar con la gente millonaria- puede alejarse más del PSOE en intención de voto en las próximas encuestas con esos golosos cuatrocientos euros de bote generalizado. A no ser que Rajoy haga una oferta mayor?