Un año más, ha dado a conocer Caja Duero su informe sociológico sobre los habitantes de la región castellano-leonesa respecto a sus tendencias políticas y en su relación con las instituciones, desde las locales a las nacionales. Y nada nuevo ha habido, si se exceptúa algún afilamiento de ciertas tendencias, porque los resultados son poco más o menos los mismos de siempre, lo que vuelve a servir para confirmar ese viejo aserto de que del dicho al hecho va mucho trecho, pues una cosa es lo que se dice en una encuesta y otra lo que se hace en realidad.

Los resultados generales del sondeo vuelven a ser, de todos modos, un tanto sorprendentes, especialmente por lo que a Zamora se refiere, sobre todo cuando los datos aseguran que son los zamoranos los más exigentes, muy exigentes, con los poderes públicos, tanto que suspenden sin remedio a todas las administraciones, con excepción de las más cercanas, de las corporaciones locales, que son los únicos que se exceptúan de una crítica demoledora, que luego poco tiene que ver, si es que tiene algo, con los votos depositados en las urnas cuando llegan las elecciones. Aquí, pues, no se salva nadie, salvo el ayuntamiento si acaso y eso que ni siquiera obtuvo la mayoría absoluta. Aunque el aprobado no puede ser más raspado, siendo el más pobre de la región. Pero al Gobierno de la nación, a la Junta, y a la Diputación, suspenso total, cero patatero en resumidas cuentas. Pero no sólo es Zamora la provincia más exigente, con mucho, sino que resulta, quién lo diría, que es la cuna del centrismo, bastante por encima de la misma Avila, que desde los tiempos del presidente Súarez siempre ha sido considerada un vivero de centristas. Claro que no es novedad porque ya en otras ocasiones se ha incidido en ello pero nada menos que el 52 por ciento de la población zamorana se define como centrista, algo que, evidentemente, no parece reflejarse demasiado en las citas electorales. Muy por encima de la media regional y nacional estamos. Claro que luego a la hora de las matizaciones, un 11 por ciento se declara de centro izquierda y un 21 por ciento de centro derecha. Los que no tienen empacho ni inconveniente en señalar su posicionamiento político representan un 4,5 por ciento que se confiesa de izquierdas, y sólo un 4 por ciento que admite ser de derechas. En ambos casos, los porcentajes son los menores de la comunidad, pero no es de extrañar dado que aquí todo el mundo es de centro.

Total, que de las encuestas poca gente o ninguna se fía ya, pues sus resultados demuestran la mayoría de las veces que no se dice, a la hora de responder, lo que verdaderamente se piensa, y menos en un país donde se sigue sintiendo vergüenza de confesarse de derechas. Que en la tradicionalmente conservadora Zamora, que vota siempre mayoritariamente al PP, más de la mitad de la población consultada recurra al eufemismo tópico del centrismo, así parece demostrarlo. Y quien dice Zamora dice también toda Castilla y León, donde según este informe, el centrismo supera igualmente la media nacional. No se lo creen ni ellos. A no ser que se admita pulpo como animal de compañía.