Ahora, sí; ahora podemos presumir con Ozores: Ya somos europeos. Un estudio realizado por cinco hospitales universitarios demuestra que los españoles hemos llegado a la estatura media de los europeos que ya no podrán mirarnos por encima del hombro. Individuo bajito y eternamente enfurruñado; complejo secular del español. Se ha superado la estatura y la crispación se la han quedado los políticos: en el pecado llevan la penitencia. Miguel Gila le puso boina a la sesera del españolito retaco y encontró un filón inagotable de chistes y chocarrerías. Mediado el siglo XX, la industria cinematográfica española descubrió la fórmula que la hizo próspera, porque nuestra gente no tiene empacho de reírse de sí misma si le resulta rentable: sol asegurado, playa levantina o canaria, sueca esbelta y rubia, indígena bajito y moreno; con estos elementos se fraguó la fama turística de España; el guión, tirando a ramplón, de infinidad de películas respondía con cierta fidelidad a la primitiva oferta que, aumentada y enriquecida, compondría el llamado "paquete turístico": ¡qué bárbara simpleza! Parece cierto que en aquellas películas se fabulaba sobre costumbres de importación que demostraban que la realidad es superior a la fantasía puesto que abundaron los amores de playa entre nórdicas curiosas y nativos aprovechados.

Se dice que los males también se curan "per contraria"; lo rubio y lo moreno se complementan en el enamoramiento, contradiciendo la afirmación rotunda de la copla: "Que no tienen na que ver, el color y la estatura con las cosas del querer". En cambio, José María Pemán aplaude en "Cisneros" la llegada de caballeros germánicos del emperador Carlos, encandilados por la fama de la mujer española: " Y hay un refrán en la Corte -de gracia y espuma lleno en busca de lo moreno- bajó lo rubio del Norte". Por aquellos tiempos, capitanes de los Tercios -cortos de talla y lagos de aventuras- reñían por Europa y con parecida fortuna en los campos de la guerra y del amor; y en América descubridores y colonizadores contribuían en la medida de sus fuerzas a la aventura legendaria del mestizaje: conquistaban tierras y las poblaban como en atrevida frase histórica Salvador de Madariaga. ¡Lástima es que no se haya escrito la epopeya de los bajitos! Con ocasión de la guerrita de Ifni, decía el capitán general de Canarias que eran los soldaditos zamoranos, bajetes y valerosos, los que estaban batiendo el cobre.

Aunque a veces se haya dicho lo contrario, en los pueblos nadie presumía de bajito por más que muchos padres se alegraran cuando sus hijos al ser medidos para la "mili", no daban la talla. Los que alcanzaban la altura exigida envidiaban a los que se libraban por cortos pero sacando pecho, los llamaban rompetechos y otras lindezas descalificadoras. A su vez los bajos se vengaban de los altos apodándolos de varal o espindarga según el género. (En algún mentidero madrilejo motejan de espindarga a cierta política). En veinte años, los españoles han igualado su estatura a la de los europeos; por contra hemos ensanchado el bandullo siguiendo el modelo yanqui: altos como los europeos, gordos como los hijos del Tío Sam. Cosas de la alimentación más racional en Europa que en EE UU. No se ha escrito la epopeya de los bajitos, pero en la literatura picaresca ocupa lugar principal la crónica del hambre hispana que curiosamente coincide con la época imperial, cuando los hidalgos se afanaban por llevarse algo sustancioso a la boca o, al menos, aparentar que habían comido. Parece fuera de dudas que, aparte americanadas, los niños son alimentados racionalmente como mandan los especialistas. No hace mucho tiempo, los niños se destetaban con sopas hervidas y para entretenerles el hambre y endurecerle las encías, se les daba un cantero de pan que chupaba y chupaba hasta consumirlo por desgaste. Avanzada la posguerra, algunos afortunados niños del Régimen, algunos hoy con mando en plaza, fueron criados con "Eledon etiqueta azul", lo que sin duda, suponía un adelanto .