Una semana más. Se acaba el primer mes del nuevo año, y en Zamora todo sigue igual. La misma sensación de paralización de la vida municipal. El portavoz de IU en el Ayuntamiento, Paco Guarido, ha definido la situación en dos palabras: colapso total. Y aunque resulte una opinión demasiado radical, es una impresión que se comparte por los otros grupos de la oposición, incluidos los independientes, y en algún grado en la calle. Se mantiene latente esa sensación de que no se hace nada, porque no se sabe o porque no se puede, según de donde provengan las opiniones, aunque se coincide que la responsabilidad es tanto del equipo de gobierno como de los grupos de oposición.

Lo paradójico es que esta ausencia de actividades se contrasta luego con el movimiento que se observa, en relación con los asuntos municipales, por parte de diversos sectores y colectivos ciudadanos, que dan muestras de no aceptar con la misma pasividad de los gestores municipales las situaciones a las que se está dando lugar. Ahí tenemos, sin ir más lejos, la guerra de las firmas entre los comerciantes de la zona centro, que por fin se van a ver libres de las obras de San Torcuato, que parece que ya acaban, aunque ahora les esperan las de los aledaños del mercado, y que siguen oponiéndose en sus tres cuartas partes al proyecto de peatonalización que pretende el Ayuntamiento, alegando la estricta y legítima defensa de sus intereses mercantiles. Un tercio, sin embargo, de los empresarios defiende el uso peatonal del centro antiguo de la ciudad como la mejor fórmula para una necesaria revitalización del comercio. Por su parte, los residentes en la zona, a través de las asociaciones vecinales parece que se expresan muy favorables, lógicamente, al plan municipal y quieren que se cuente con su opinión. Al equipo de Gobierno y por supuesto a la oposición, mayoritaria, les tocará decidir, aunque todo parece indicar que sólo la construcción de aparcamientos subterráneos cercanos solucionaría el problema a plena satisfacción de todos. Pero eso sería cosa de años.

No es el único conflicto, pues precisamente de los estacionamientos bajo tierra, surge el otro problema inmediato al que se enfrenta el Ayuntamiento, que ya prepara la licitación para que una nueva empresa se encargue de gestionar la zona azul y los parking existentes. Una de las pegas principales es la del personal de la empresa actual, veinticuatro trabajadores que muestran una lógica inquietud ante su futuro laboral y amenazan con movilizaciones si por parte municipal no se asume la plantilla, algo que al parecer no es posible, aunque hace poco se les dijese lo contrario. Y todo eso, que no es poco, aparte del otro aparcamiento pendiente: el del Clínico, más el Plan de Urbanismo, el nuevo edificio municipal, y los presupuestos anuales. Por cierto, que el debate sobre los presupuestos, previsto para días atrás, hubo de suspenderse ya que por los técnicos se ha informado, a tiempo, de que hay partidas sin dinero para afrontar las obligaciones, lo que podría ser causa de nulidad. En fin, que eso es lo que sigue habiendo y saque cada cual sus conclusiones.