Yo no sé si habrá sido buena idea por parte del PP dejar fuera de las listas a Gallardón, pero lo que sí creo es que hubiera sido una idea muy mala incluirlo. Y no por desconfianza neurótica, o por luchas internas, sino porque eso de jugar en un equipo donde el portero tiene una quiniela de trece donde ha puesto perdedor a los propios solo a falta de un resultado no da buen rollo. Será el más honrado del mundo si quieren, y un profesional como la copa de un pino, pero no da buen rollo.

Para mí la cosa está bien clara: si el PP pierde las elecciones, cosa posible y puede que incluso probable, se verá abocado a un proceso de reestructuración, donde tendrán que elegir a otro líder que dirija la oposición. En esos momentos, por necesidades prácticas, solo podrá ser líder de la oposición alguien que sea diputado, porque sólo los diputados pueden ir al Congreso a soltar sus discursos y a presentar, por ejemplo, una moción de censura. Solo los diputados pueden participar en los debates parlamentarios y es impensable un líder de la oposición que hable en un hotel en vez de en las Cortes.

Gallardón quería, a toda costa, ser diputado para poder presentar su candidatura a sucesor de Rajoy en la eventualidad de que el PP perdiese las elecciones. Si no es diputado, aunque pierdan y Rajoy se marche, tendrán que elegir a otro. Y Gallardón, que se huele el panorama, cree que esta va a ser su ocasión de ser califa en vez del califa. Perfecto Izgnoud, el chico.

Pero por esa misma razón, lo adivino, Rajoy no ha querido llevar a Gallardón en sus listas: para que no haya nadie que, siguiendo el símil futbolístico del principio, no meta la pierna como es debido o no se estire lo bastante para parar los tiros del contrario.

Y es normal, oigan: ir a la guerra teniendo como mariscal de campo a alguien que ha invertido en empresas del enemigo huele mal. Y llevar de número dos en las listas a quien espera que te estrelles para ocupar tu lugar es de locos.

Así, con la situación presente, que se va atemperando a medida que pasan los días, el escenario pepista es más cabal. Así, es probable que Rajoy le haya dicho a Gallardón: pelea como un jabato para que ganemos, que si ganamos te hago ministro, y hasta vicepresidente del gobierno si quieres, pero si perdemos te jodes lo mismo que yo.

A mí me parece lo lógico, la verdad, y ojalá se aplicase esta misma malicia gallega en otros temas que nos afectan a todos, como los incendios forestales, por ejemplo, porque cuando perder significa que perdemos todos, entonces y solo entonces, es cuando la gente de veras da el máximo de lo que puede.

Cuando perder significa que pierden los demás y gana uno, entonces hay que temer goles raros, salidas a destiempo y balones entre las piernas. Y si se puede, mejor quitar esos miedos, aunque el portero estrella se cabree.

Mejor curarse en salud.

Hizo bien Rajoy en esto. Ahora, que se bregue, que lo tiene crudo.