He sido cofrade de las procesiones de "las capas" y de la del Resucitado y lo tengo a orgullo, pero no he sido hermano de "paso". Ahora un día sí y otro también aparece en La Opinión-El Correo de Zamora alguna información sobre los hermanos de "paso" y me gustaría el poder añadir este título a mi tarjeta de visita porque con ello me consideraría un zamorano importante, que no lo soy. En la vida se va o solo o acompañado, hablando con uno mismo o con el otro. El ideal sería el que todos fuéramos hermanos al mismo paso pero cada uno con su personalidad, y, entonces, me pregunto: ¿sería esto un obstáculo para el en entendimiento entre unos y otros? ¿La biodiversidad es lo contrario de la uniformidad? ¿Lo uniforme contradice la libertad del hombre?

He hecho una transferencia, posiblemente ilícita, en una terminología de la artemanía o el arte al referirme a nuestras procesiones de Semana Santa, pero ocurre que yo también intenté un día ser protagonista en este ritual y, abusando de la bondad de un amigo, lo hice y confieso que no fui capaz de aguantar el peso de un "paso" a lo corto de un trecho por la calle de Ramos Carrión. No obstante la experiencia me sirvió para lograr un más completo conocimiento de los rituales de las emociones colectivas de los zamoranos.

Bajo el ahogado silencio de la mesa de un "paso" circula todo un río subterráneo de palabras ahogadas que es todo un lenguaje de fatigas y de esfuerzos en una tácita competitividad. El hermano del "paso" escucha el aliento del clan competitivo que es una forma de empatía en la cohabitación bajo la mesa del "paso" y que es, quizás, una forma de emoción religiosa que sólo se quebranta al oír masticar una almendra garrapiñada.

Ya Burkeim registraba en el 1912 esto. En un riguroso análisis que han hecho el catedrático zamorano Octavio Uña y el profesor Francisco Oda Angel, en un reciente libro sobre las dimensiones sociales de la globalización, el que ha dirigido la coordinación, que ha sido Octavo Uña, a quien he oído la más profunda descripción sociológica de la provincia de Zamora, señala que la conciencia colectiva que se genera en coyunturas especiales, es emocional, y yo creo que el entusiasmo que proclaman los zamoranos por la Semana Santa es una profesión pública de piedad, herencia de un patrimonio cultural. El "paso" nos interna en el ser de Zamora y es una herencia. El hermano de "paso" es un zamorano no pasivo sino militante porque el hombre suele reconocer, muchas veces, a su prójimo por ser ritmo en el paso y aprende así a compadecer al que soporta con dificultad la carga de la vida en común, y vista de este modo el "paso" de una procesión constituye una convergencia poética y un modo de urbanización.

El "paso" no es sino una representación, una memoria plástica de un hecho que ha conmovido a la humanidad, que exige un sacrificio muscular pero que es también un ejercicio del espíritu, y que engendra con el cansancio físico un cierto goce ético, que viene a ser como una almohadilla en la sostenibilidad de la vida en común.