Estoy impresionado, impactado, por la lista del PP al Congreso. Viéndola, me considero tonto. ¿Cómo no se me había ocurrido antes pensar que la solución a los problemas de la provincia podría estar en quien arregló los de la capital y en quien tiene, como experto en Asuntos Exteriores, la fórmula para desfacer todos los entuertos del mundo? El futuro de Zamora no puede pintar más que de color de rosa, sí señor. A partir de ahora el porvenir de esta tierra no lo superarán ni los chinos, que multiplican su producción más que los topillos en verano.

¡Qué maravilla, qué sorpresa! Ahora me explico la tardanza en dar a conocer la lista y el silencio que rodeó todo el proceso. Era preciso atar cabos para parir una criatura de tamaña dimensión y semejante impacto interno y externo. Sólo los tontos podían desconfiar de que la lista no fuera la más potente, redonda y perfecta. La verdad es que es inmejorable. Conjuga la eficacia absoluta e indiscutible en la gestión local con la proyección internacional que toda provincia como la zamorana requiere. Antonio Vázquez se encargará de llevar a Sanabria, Aliste, Guareña, Toro, etc., las fórmulas de desarrollo, austeridad y diplomacia aplicadas en la "capi" y Gustavo de Arístegui hará que en Kenia, Guatemala, Papúa y Nepal, por citar algunos casos, sepan de las hazañas de Viriato, del dolor de Arias Gonzalo, del patriotismo indómito de Doña Urraca, del "Oigo Patria tu aflicción" de Juan Nicasio Gallego y de las victorias de Pablo Morillo contra la francesada. Para descubrirse, ¡chapeau!

Además, la lista encaja perfectamente con las críticas que Maíllo hizo a la candidatura socialista en la persona de Jesús Cuadrado. Está muy visto, no tienen relevo, venía a decir el presidente provincial del PP y baranda de la Diputación. Y es verdad. Cuadrado repite y repite. En cambio, los populares presentan gente nueva. Antonio Vázquez es mismamente un debutante, un joven valor, una promesa con ganas de comerse Madrid. Y Gustavo de Arístegui es otro cadete que llegará al Congreso con la ilusión de un principiante y con la enseña verde y roja en la solapa. Ha toreado en muchas plazas y ha sido diputado por varias provincias, así que una más...

El caso es que estas cosas solo ocurren en Zamora y en sitios parecidos. Usted quiere colocar un cunero en Tarragona, Alava, Canarias o Sevilla y le sacan los ojos. Aquí no. Aquí tenemos más tragaderas que esos faquires que se meten un sable entre pecho y espalda y luego un puñal y luego un fusil y, al final, piden más aperos porque aún les queda sitio en la barriga. Nos ha ocurrido casi siempre. Y cuando ponemos a uno de los nuestros, resulta que lo hacen alcalde de un pueblo de Madrid de esos que también crecen más que los chinos y se acuerda de Zamora en Semana Santa y cuando necesita vino, queso y chorizo casero. O, como sucedió no ha mucho, tienen que dimitir para que al jefe no lo procesen en Madrid, que atrae demasiado a la prensa, y manden el asunto a Zamora donde todo se amortigua, frena y agoniza. No sé si me explico.

En fin, que como todo parece indicar que el PP volverá a ganar los comicios aquí (dos-uno), ya estamos en el mejor camino para ser la Jauja que fuimos cuando gobernaba Josemari y logramos lo que logramos. Ahora lo mejoraremos. Vázquez sabe cómo conseguirlo. No hay más que mirar el nuevo puente, Valorio, los polígonos industriales, el aumento de la población... Y Gustavo de Arístegui hará, como otros paracaidistas-cuneros ilustres, que se nos conozca mejor. Al menos él, que no sé si sabe dónde queda esta tierra.

O sea, que solo los tontos no apoyarán esta lista. ¡Vivan la patria chica,

Bellido Dolfos, el Miserere y la marcha de Thalberg!