Hay que echar mano del cunero Gustavo de Arístegui, del zamorano de médula Manuel Vidal e incluso, si hace falta, del Robin Hood ése que acaba de fichar Rajoy, el tal Pizarro, quien, con el riñón bien forrado, se ha presentado en sociedad como defensor de los pobres, de los oprimidos y de los currantes. A ver si entre todos son capaces de redimirnos y hacernos visibles. Sobre todo, o para empezar, ante esa suerte de empresarios y directivos de 210 sociedades de Castilla y León que descartan Zamora como destino para realizar inversiones. Ni un solo voto ha recibido esta provincia de los encuestados sobre ubicaciones preferidas por la iniciativa privada para realizar negocio. Y no lo entiendo, después de años y años de promoción y propaganda exterior a cargo de todos los que nos han gobernado, y también de embajadores como el actual presidente de la Cámara de Comercio e Industria, que simultáneamente es el jefe del Consejo de Cámaras de la comunidad autónoma. Pero, ojo, que no digo que Vidal sea responsable de que pintemos tan poco o nada, que bastante hace con montar aquí sus negocios y no llevarlos al sudeste asiático o a Pucela. Solo que me extraña que tantos años de prédica zamorana por su parte no hayan calado en sus colegas castellanos y leoneses como para merecer un solo voto. Porque hasta Soria y Avila nos ganan, sin que nadie se ofenda por el "hasta".

Es más. Dentro de nuestra tendencia llorona -creo que casi siempre justificada-, me sorprendió gratamente el mensaje optimista que Manuel Vidal aireó con motivo de su reciente distinción como "empresario del año", en el que renovaba sus esperanzas en el futuro de esta provincia, pensando en las nuevas autovías en construcción o en las proyectadas, en el cada vez más cercano tren de alta velocidad o en la creación de más suelo industrial, aunque ahora solo sean tangibles las obras de ampliación del polígono de La Hiniesta. Pero el recado era positivista, sin duda. Por eso no me entra en el coco que los avispados emprendedores y ejecutivos de fuera de la provincia vean en Soria algún atractivo para sembrar sus dineros, por ejemplo, y ninguno en Zamora. Porque lo de que tengan sus preferencias por Valladolid y por Burgos como destino prioritario para expandir sus negocios no es novedoso. Algo o todo sigue fallando en la promoción de Zamora y de sus posibilidades reales de desarrollo, así como en la creación del marco propicio para que remontemos ya de una vez, situación en la que seguramente hay una responsabilidad colectiva pero, especialmente, de los políticos que pagamos desde hace una ristra de años.

Yo sé que es duro apuntar casi siempre a los mismos culpables. Y que a ninguno de los aludidos les gusta verse en el mismo saco. Pero en los últimos tres decenios hemos tenido en Madrid gobiernos de todos los colores, también en los ayuntamientos de más calado y hasta en el invento autonómico, aunque en éste y en las instituciones provinciales la responsabilidad es claramente monocolor y, por tanto, el grado de culpa es manifiestamente superior. Porque el diagnóstico, por optimista que nos pongamos, es demoledor: la provincia con menos tejido industrial de España, la que tiene el índice de paro más alto en relación con la población activa, la que más habitantes pierde y con el Producto Interior Bruto más bajo del país, por detrás incluso de las vecinas de Palencia, Soria, Segovia y Avila, cuando antes de la transición estábamos mejor que todas ellas. El líder de Adeiza, Miguel Angel Mateos, va a enviar un informe con estos datos a los presidentes del Gobierno y de la Junta de Castilla y León, a ver si se enteran.