Universidad y dogmatismo intolerante no casan; en la casa de la sabiduría resultan especialmente reprobables los gestos ostentosos de mala educación. Se explica que Italia se sienta avergonzada por la torpe conducta de la famosa Universidad de Roma "La sapienza". Sus autoridades habían invitado a visitarla a Benedicto XVI , Pontífice universal de los católicos, Obispo de Roma y uno de los grandes intelectuales de nuestro tiempo. Por prudencia el Papa ha declinado la honrosa y grata recepción que se le ofrecía. Era de temer que el acto diera lugar a ruidosas algaradas de pareados y pancarta; unos cuantos profesores -menos de dos por ciento- habían enviado al Papa una carta de protesta y amenazas; acaso sorprendida de su fuerza, la tiránica minoría se salió con la suya. El lamentable episodio ha causado dolor al mundo católico, escandalizado al ciudadano no creyente, y humillado a todo italiano sensato. Juan Vicente Boo, corresponsal de ABC califica el hecho como "sonrojo de Italia". Las reacciones de altas autoridades políticas y académicas de Italia y los indignados comentarios de los periódicos se han precipitado en catarata, como un obligado homenaje de urgencia al Papa ofendido. Suele ocurrir: los libertarios han actuado contra la libertad y el ateísmo exacerbado ha hecho valer su intolerancia excluyente. Como si hubiera tirado las piedras a su tejado, la torpe maniobra antipapal ha perjudicado principalmente a la díscola minoría del profesorado de "La sapenza"; 1a universidad ha salido con dignidad por sus fueros, desautorizando sin paliativos a los causantes del desaguisado.

Aviso de marcantes: "La Stampa", uno de los grandes diarios italianos ha interpretado el caso de "La sapenza" como "derrota del mundo laico". La España política de Rodríguez Zapatero se parece a la de Romano Prodi y ambas recuerdan a la Italia resurgente de la posguerra, que describió en espléndidos reportajes (premonitorios en algunos aspectos, como el de la moral pública el periodista Ismael Herráiz. Orgullosos militantes de primera línea nuestros radicales laicistas harían bien en contemplar siquiera por unos minutos el ejemplo italiano. El Papa ha sufrido el ataque epistolar de un pequeño grupo de profesores universitarios italianos; el mundo político y académico, la sociedad y la prensa han condenado el torpe exceso de unos revoltosos profesores que podrían parecer de ateneo a libertarlo, y no de una de las más prestigiosas universidades de Europa. En este país nuestro tan extremoso en todo, la batalla del laicismo frente a la Iglesia, no es tarea encomendada a unos pocos guripas de dudosa valía y no acreditada fuerza. Al frente del tropel político y mediático, han salido las primeras figuras con mando en el gobierno y en los partidos de la izquierda. Se intenta hundir en la descalificación a personas concretas de carne y hueso -cardenales, obispos, el mismo Papa ...- , se programan legislaciones contrarias a las creencias y tradiciones católicas, y se proponen borrar de los espacios públicos toda referencia religiosa y encerrar las manifestaciones en el interior de los templos. Nadie niega que la población creyente es muy mayoritaria en España; no puede decirse que los católicos practicantes sean relativamente escasos. Una encuesta reciente afirma que son más de diez millones los españoles que cumplen con el precepto dominical. Más de un partido se contentaría con un número parecido de militantes. Cardenales y obispos se quejan de la "actuación enemiga" de la izquierda en materias que afectan a los intereses de la iglesia. Con toda lógica, los partidos en el poder argumentan que proceden con absoluto respeto a las normas democráticas. Así las cosas, la jerarquía en vez de quejarse por el presunto atropello de principios e intereses de la Iglesia debería comprobar cuántos sedicentes católicos los entienden y defienden. ¿En qué pechos habría que golpear el mea culpa?

Por lo que a cuentagotas se viene sabiendo del programa electoral de los socialistas, no van a cambiar sus planteamientos sobre la cuestión religiosa. Amenazan con más de lo mismo. Al parecer, ZP ha eliminado sus dudas y temores electorales y se discutirá la reforma de la ley del aborto. "Se va a garantizar al cien por cien el derecho de toda mujer ... y su libertad de decisión". En concreto, libertad sin menoscabo para el abortista y desprecio total, anonadamiento del abortado. Acaso se pregunte el ingenuo: ¿Se contabilizarán más o menos abortos?. Quizá más de uno se dirá con el poeta; Truéquese en risa (o en negocio) mi dolor profundo; que haya un cadáver más. ¿Qué importa al mundo?