Aunque la economía española sigue creciendo a un ritmo del 3 por ciento, que no está nada mal, y el presidente del Gobierno acaba de anunciar que las cuentas públicas cerrarán el año con un superávit superior al 2 por ciento del PIB, lo que es todo un hito, el Partido Popular no cesa de avisarnos de que nos preparemos para la crisis, para años de vacas flacas y cinturón ceñido. Las cifras macroeconómicas parece que están del lado gubernamental, pero los populares apoyan su aserto en la desaceleración clara que acusa el sector del ladrillo, por ejemplo, y, sobre todo, en la oleada de subidas de precios que tanto acongoja a los ciudadanos y que dicen que seguirá haciendo estragos en nuestros bolsillos hasta bien entrada la primavera. Golpear este clavo será uno de los caballos de batalla de las elecciones generales que hoy convoca el Consejo de Ministros. Ya ven cómo ha madrugado Martínez Maíllo para echarnos las cuentas y anunciarnos que las familias zamoranas pagarán este año mil euros más por los incrementos de precios. No habló de los salmantinos, que lo tienen mucho más crudo si, a las subidas de los alimentos y tal, le añadimos el fuerte aumento de tasas e impuestos municipales con el que su alcalde les ha felicitado el 2008.

Ante semejante ofensiva, Zapatero se ha puesto como un basilisco y acusa al PP de generar alarmismo y de pretender que se extienda la desconfianza, lo que no es nada bueno para España «porque la desconfianza no alienta inversiones, el pesimismo no crea empleo y el miedo no genera prosperidad». Y dicho esto, no se sabe si para ponerse a salvo de lo que nos espera o para llevarle la contraria al líder socialista, el ex ministro Alvarez Cascos se ha metido a fundar otra empresa, ahora una constructora, porque ya tenía otra sociedad dedicada a mercar con el arte y que comparte con su esposa. Ahora, como ingeniero de Caminos que es, estará más en su salsa, y bien arropado por otros ex altos cargos del Ministerio de Fomento como López Corral (que de concesiones de obra pública lo sabe todo) y Benigno Blanco, que fue su secretario de Estado de Infraestructuras (como tal ha estado más de una vez en Zamora) y que ahora les sonará un poco más por las manifestaciones que le suele montar al Gobierno socialista desde el Foro Español de la Familia. Ninguno de los tres parece que corra riesgo de acatarrarse por frío que venga el invierno y dura que sea la crisis.

Y a salvo de toda contingencia y de aprietos financieros va a estar también Rodrigo Rato, otro ex ministro del PP de los que más pitaron con Aznar, ex vicepresidente para la cosa económica y ex director del Fondo Monetario. Ya sabíamos de su fichaje como director general por el banco de negocios Lazard, entidad de la que cobra exactamente 2.707.239 euros, a lo que sumaba la pensión vitalicia de 40.000 euros anuales que percibe del FMI. No sé si en conjunto es mucho dinero o con eso se siguen pasando apuros para acabar el mes, pero, por si las moscas y ante los anuncios sombríos de su partido, Rato se ha buscado otro trabajito en el consejo internacional del Banco Santander, cargo por el que percibirá una retribución de 200.000 euros anuales. No es que sea mucho, pero el curre tampoco es muy exigente, porque ese consejo suele reunirse dos veces al año. Total, casi tres millones de euros para don Rodrigo, otro que igualmente no pasará frío porque ha sabido parapetarse para afrontar la crisis que viene y que tanto asusta a su partido. O al menos eso nos dicen.