Pues parece que para el nuevo año los vecinos de los pueblos zamoranos más cercanos a la capital dispondrán ya del ansiado servicio de autobuses que enlazará sus localidades con Zamora, lo que permitirá a mucha gente que no tiene o no dispone de vehículo propio poder desplazarse a la ciudad para sus compras, sus consultas médicas o lo que necesiten y deseen. Se trata de una ya casi vieja reivindicación de los municipios del alfoz que empezó a tomarse en serio y a tomar ciertos visos de realidad en el año 2006. Sólo que al referirse al año próximo se habla ya del 2009.

Hasta entonces, en el mejor de los casos, todo seguirá como estaba, suponiendo una necesidad acuciante para muchos de quienes viven en esos pueblos, algunos tan próximos que en una ciudad mayor y con crecimiento serían ya meros barrios anexionados. Para que luego llegue alguno, por eufórico que se sienta, a sostener que la Diputación de lo que tiene que preocuparse es de hacer polígonos industriales más que de las precariedades y carencias de todo tipo que los núcleos rurales siguen sufriendo. La Diputación de lo primero que tiene que preocuparse es del bienestar de las personas que viven en los pueblos y que pagan sus impuestos como los que viven en la capital. Y entre los muchos indicadores que contabilizan la calidad de vida dispensada se halla también el transporte público.

Por fortuna, así se ha entendido al menos en este caso concreto, tanto por los distintos ayuntamientos que reclaman el servicio, incluido el de Zamora, como por la Diputación y especialmente por la Junta que será la que corra con buena parte del presupuesto, aunque cada municipio se verá obligado a participar en el coste, atendiendo a su número de usuarios. Son en total veinticinco núcleos de población que urgen líneas de autobuses que enlacen de forma regularizada, cubriendo las necesidades mayoritarias, a cada uno de los pueblos con la capital, disponiéndose de horarios convenidos y de paradas señalizadas, y hasta con marquesinas para aliviar los rigores climáticos, en un intento conjunto por integrar el transporte metropolitano y urbano.

Parece que, al menos, el tema no ha sido olvidado y continúa adelante, aunque con el habitual ritmo lento de las realizaciones del PP para el cual prisas y urgencias sólo corresponden y exigen cuando se trata de obras del PSOE. De esta lentitud se lamentan los alcaldes de algunos de los pueblos afectados que consideran urgente la puesta en funcionamiento de un servicio que la población necesita, así como el arreglo antes de algunas de las carreteras por las que los autobuses habrán de circular, algo de lo que debe tomar nota la Diputación y priorizar por encima de otras demandas. Si todo sale como está previsto, si no hay retrasos, resulta que para montar y disponer de un servicio de transporte de cercanías se habrán tardado al menos tres años. Demasiado, se mire como se mire, porque hay mucha gente sufriendo las consecuencias de esta carencias. A ver si los mismos alcaldes y el delegado de la Junta se encargan de mantener viva la llama de la reivindicación.