Con buenas ínfulas llega el 2008. No hacía más que desperezarse y almorzábamos el pasado día 1 con la noticia de las nuevas subidas. Nos ponen la vida, que se dice, por las nubes, inalcanzable, prohibitiva. Y esta vez no se trata de cambiar pollo por conejo. Esta vez lo tenemos difícil de verdad porque se trata de servicios básicos. O lo que es igual, lentejas que hay que comer a la fuerza, gusten o no. Y es que una cosa es lo que dice y promete el Gobierno y otra muy distinta la realidad que es la que acaba imponiéndose. Y la realidad da al traste con las previsiones gubernamentales, con las promesas también gubernamentales y hasta con la inflación que va a su aire, que se ha puesto a España por montera y nos torea bien toreados. De qué sirve a los pensionistas mayores de 65 años sin cónyuge a su cargo y a las viudas que también superen esta edad percibir con la llegada de 2008, la rácana cantidad de 35,33 euros más al mes, si con la aquiescencia del Gobierno más prometedor de la historia de la democracia, tendrán que hacer frente, como consumidores que son, a la subida de servicios básicos, como la electricidad, el gas, los transportes, el agua, la telefonía o los sellos, de momento, puede haber alguna sorpresa más. Mire usted, sin sellos podemos pasar, y hasta sin darle al móvil como le hemos dado días pasados, pero sin luz, sin agua, sin gas, es poco menos que imposible. Por lo tanto ¿a quién quieren engañar? A mí, no, desde luego.

Señoras y señores, esto es como para salir, y no precisamente en piadosa procesión a la calle, y hacerle al gobierno del señor Rodríguez lo que los salmantinos han hecho al Gobierno municipal del señor Lanzarote. Ponerle las peras al cuarto, pedir su dimisión, decirle ¡basta ya! y todo lo que se nos ocurra a los ocurrentes españoles. Nos están asfixiando poco a poco. De las elecciones del 9 de marzo saldrá un nuevo arco parlamentario y un nuevo gobierno que, apueste lo que quiera, lo primero que hará será subirse los sueldos, mientras nosotros tenemos que esperar su caridad que anuncian a bombo y platillo como si hicieran algo importante. No me extraña que muchos municipios estén sin blanca. Con lo que cobran los munícipes y sus círculos de confianza no hay para servir al pueblo como el pueblo merece, de ahí que lo sangren a golpe de impuestos. Pero, ¿y el Gobierno de la nación? De qué me sirve que me suban un euro en la exigua nómina mensual si previamente me hacen gastar de forma obligatoria diez o quince. A mí no me salen las cuentas, a Solbes tampoco y a las sufridas amas de casa menos todavía. Pues, de salir el PSOE en bien de las urnas, Solbes va a repetir, a ver cómo nos venden esa moto. Se han pasado de rosca. Se han pasado un montón de pueblos juntos. Nos están estrangulando mientras nosotros seguimos gastando alegremente como si nos sobrara. El banco y la Caja de turno proveerán. Lo malo es que el banco y la Caja de turno pasan luego factura con intereses y vengo observando que los intereses son ya tan altos como el préstamo. Porque, no olvide que cientos de españolitos de a pie piden prestado al banco para pasar la navidad. Lo malo es que la Navidad pasa y los plazos van llegando con el consiguiente trastorno para la economía doméstica. Y eso que tenemos bien "interiorizado" el euro porque, de otra forma, habría que declarar en banca rota a la ciudadanía patria. Propongo una sentada ante las Subdelegaciones del Gobierno en todas las capitales de provincia y ante el mismísimo palacio de La Moncloa y aledaños. No vale con mostrar a toda España la espectacular belleza de la Plaza Mayor de Salamanca, que también, por supuesto, por eso mismo me pido unas vistas "multitudinarias" del susodicho palacete, hogar, dulce hogar del presidente del Gobierno. La razón es obvia.