Si en las pruebas selectivas para cubrir 31 plazas de operarios de la Diputación en Toro hubo lo que se presume, chanchullo y componenda, entonces sí podríamos decir con propiedad que la maniobra salió bastante chapucera. Y ahí sí tendría sitio el calificativo de "chapuza", en el sentido de torpe y de grosera, con el que la oposición ha definido el envite. Estaría claro que el celo de algunos examinados por demostrar todas sus aptitudes y talentos, esta especie de sabiduría infusa que iluminó sobre todo a cargos públicos y afines, habría dejado con el culo al aire al presunto o presuntos filtradores de las respuestas. De ahí que yo escribiera el otro día que a lo mejor el empleador no los quería tan listos, dicho sea con mala idea, aunque quizá sí un poco más espabilados. Pero todo esto son hipótesis, suposiciones, conjeturas... y por eso, precisamente, a toda afirmación un poco gruesa o acusadora sobre la limpieza del proceso le ponemos la venda de "presunta", por si acaso.

Por si acaso, la Diputación ha paralizado de forma cautelar la resolución de esos exámenes y ha abierto una investigación, tras la que resolverá los recursos presentados por varios opositores e intentará despejar o ratificar las sospechas denunciadas por sindicatos y partidos. "La institución provincial garantiza la transparencia en los procesos de selección de personal", ha dicho el presidente Martínez Maíllo, muy serio, y en preservar al máximo esa limpieza, esa objetividad y esa legalidad va a trabajar en los próximos días. Y se ha puesto manos a la obra, sin descalificar a nadie, sin insultar, sin descartar nada y fiando el desenlace de todo este tinglado a la investigación en curso. ¿Las críticas de los partidos adversarios (escándalo, chanchullo puro, tráfico de influencias, prevaricación...)? "Están en su papel", ha vuelto a sentenciar el presidente, lo que significa reconocerles su derecho a disentir, a oponerse, a criticar... como no podía ser menos, aunque no sea esto lo más frecuente. Por eso cada vez me convence más el estilo M. M., fraguado y asentado en los últimos tiempos, frente al respingo guerrillero, avasallador, buscabroncas y comeniños de otros, también en su partido.

Así que vamos a dejar al presidente que investigue, que desentrañe el misterio de los sobresalientes con pedigrí y se aclare la pureza del examen o se confirme si hubo filtraciones y quién o quiénes son los responsables, en su caso. Y si tiene que dejar en evidencia a los denunciantes y a la oposición o cortar cabezas en su propia casa a más de un nepote aficionado, que ni le tiemble la mano ni pierda la compostura, ese buen talante y la mesura de estos días, y deje lo otro para pepiños y sedanos.

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Ya se le va viendo la cara a la nueva calle de San Torcuato. A tirones, con algún que otro problema en los plazos, con el lío del reformado del proyecto y esas cosas, pero no tiene mala pinta el resultado. La hilera de farolas clásicas le da un aire acogedor y hasta atractivo, que no es poco para una vía tan maltratada y agresiva con el peatón por tanto tráfico. El sistema de desagüe es clásico, con rejillas, nada que ver con el adoptado en Santa Clara y tan moderno él. Que se demuestre eficiente ya será otro cantar. Bueno, será cuestión de si los sumideros están bien colocados, en su sitio y las pendientes del firme estudiadas con más mimo que otras veces. Pero hasta el enlosado aparenta estar mejor trabajado que en la calle vecina. Ya veremos...