Fundido en pleitos, cual Julián Muñoz sanabrés, el alcalde de Trefacio José Sánchez afronta ahora su penúltimo reto para tapar un asunto turbio que traerá cola: el Centro de Interpretación de la Trucha de Trefacio subvencionado por el grupo de acción local ADISAC. Me acabo de enterar de que, al parecer, el Ayuntamiento de Trefacio, urgido por ADISAC, ha puesto todos los mecanismos en marcha para contratar de forma rapidísima a una persona que abra el Centro. Así mismo, ha mandado que se siegue y limpie de escoria el entorno para engañar a una posible inspección y dar la sensación de actividad, de normalidad. La persona elegida para hacer el paripé, aunque esto yo no me lo creo, sería un empleado del mismo ADISAC al que el Grupo de Acción Local habría facilitado la salida para que urgentemente pase a trabajar en Trefacio tratando de justificar lo injustificable.

Digo que no me lo creo, porque sería el summum, el no va más de la estafa. Adisac le habría dicho a Trefacio, «oiga Trefacio, que nos van a pillar con el carrito del helao, te mando urgentemente un empleado mío para que lo contrates tu y abras». Algo así como aquello de Luis Molla, copiloto de Carlos Sáinz, en la gloriosa carrera en la que se le paró el coche junto a la meta y perdió el mundial, «Alcalde abre por Dios por Dios Alcalde abre el Centro de la Trucha que vienen los de la Junta pisándonos los talones abre por Dios».

Sería, en cualquier caso, estupendo que la prensa y más concretamente este diario, hubiese logrado el milagro de los panes y los peces, logrando mediante su denuncia que se despertara la liebre después de cinco años y se pusiera a correr. Ante mi tengo el periódico que anunciaba la penúltima mentira del alcalde. Decía el 8 de julio en estas mismas páginas que el Ayuntamiento «procedía de inmediato» a contratar a una persona para abrir el Centro. Han pasado dos meses, ha pasado el verano, la contratación ahora de cara al invierno, como todo el mundo sensato entiende, no se debe a otra cosa que a la urgencia de tapar la chapuza.

Sin explicar aún dónde están los cuatro paneles de hierro galvanizado y los atriles de hierro que debían de figurar en el espacio exterior, sin explicar aún dónde están los cien árboles que se presupuestaron por importe de dos mil euros, me acabo de enterar que esa «presupuestación» sería una gran estafa más. Y lo sería porque los terrenos que conforman el entorno del Centro no serían públicos. Que yo sepa, a día de hoy, nadie ha hablado con los propietarios para que cedan sus terrenos para la plantación.

El pueblo debería de saber si ese presupuesto de los cien árboles fue finalmente aceptado y el dinero pagado, en cuyo caso todo sería una gran bola de mentiras y estafas de la que se habrían beneficiado empresas particulares y sabe Dios quién más.Lo triste es que la culpa de estas irregularidades pretenda hacerse recaer sobre el mensajero que cuenta las cosas y que tiene la obligación moral de desenmascarar a los chorizos. Días pasados he notado cierta presión en el pueblo sobre este humildísimo escribidor. Se quiere hacer creer que la denuncia de los abusos e irregularidades que comete el Ayuntamiento es algo que perjudica gravemente al pueblo. Se quiere hacer pensar que de ello no tiene culpa quien lo rige, no, que tiene culpa quien denuncia la posible situación de irregularidad y quiebra de un Ayuntamiento que se está rebelando como el más oscurantista y negro de toda la provincia.

Diga sino el Ayuntamiento en Concejo abierto, como los de antes, si ha contraído, por ejemplo, algún préstamo y si por él no paga o ha estado pagando cantidades que rondan las setecientas mil pesetas. Porque aunque el alcalde comience a decir ya mismo que no es cierto, hay quien tiene constancia documental de ello. Y yo lo he visto.

No es malo que el Ayuntamiento se endeude y pida préstamos para la mejora de la vida de los vecinos, lo malo, lo grave, lo oscuro es que ningún vecino tenga acceso a conocer esos extremos. Estoy seguro de que el Alcalde -nada contra la corporación que no creo participe ni conozca la mitad de estas cosillas, aunque el desconocimiento no la exima de responsabilidad- no tendrá inconveniente alguno en enseñar y analizar la cartilla que tiene abierta con Caja Rural en Puebla de Sanabria. Si quiere, para que no se pierda buscando cifras, le doy fecha y día en el que ese préstamo se ha estado pagando.

Lo que queda claro de este sucio y turbio asunto es la sensación de que los Grupos de Acción Local, en este caso ADISAC, no han servido más que para el mangoneo de un puñado de personas que se benefician de los dineros públicos sin dejar nada en la zona. ADISAC, con la soga al cuello en este escándalo, está a punto de saltar por los aires de los cerros de Ubeda

Lo jodido es que este escándalo salpique a personas que tienen mi estima y mi respeto, caso del presidente, el procurador socialista Felipe Lubián que tanto ha luchado y lucha por nuestra tierra. Seguro estoy de que, a día de hoy, se habrá echado las manos a la cabeza y le habrá dicho al Gerente Carlos Blanco, pero Carlos, ¿qué coño chanchullo es este? Por el bien de Sanabria espero estar profundamente equivocado. Espero que si tengo razón y se contrata una persona para el Centro no sea, como me aseguran, un empleado de ADISAC: dejaría bien a las claras la mala fe. Vendría a darme tristemente la razón de que algo huele mal al sur de California. Espero que lo de los cien árboles sólo fuera una broma en el presupuesto. Espero que los paneles de hierro y galvanizados de los exteriores fueran otra chirigota. Espero, en fin, que todo haya sido riguroso, incluido el préstamo del Ayuntamiento.

Pero me temo que lo cierto es que el Centro, después de cinco años, sigue siendo un estercolero y sigue estando cerrado. Alguien, por Dios, dé una explicación.