Con mucha antelación sobre el horario previsto han llegado a Sanabria las elecciones municipales. Y con ellas ha llegado el escándalo, el cataclismo, un auténtico terremoto. Me enteré del movimiento sísmico nada más levantarme. A la puerta de mi casa había un sobre blanco con un testamento dentro. Lo abrí con curiosidad y miré el final. Creí que se trataba de uno de esos anónimos que contra el alcalde circulan. Pero no. Venía con firma.

Alguien daba la cara y ponía su rúbrica a sus opiniones y sus dudas. Se trataba del empresario sanabrés Jesús Ramos, natural de Trefacio, que según reza el papel encabeza una Agrupación electoral Independiente.

Leí con curiosidad y me quedé patas arriba. Por el método de preguntarse acerca de la trayectoria del Ayuntamiento que encabeza el popular José Sánchez, va poniendo el dedo en la yaga de asuntos turbios, oscuros, preocupantes, de los que algún día el alcalde tendrá que dar cuentas. En el pueblo o en el Juzgado.

Repasa el informe los asuntos judiciales en los que el alcalde tiene sumido al pueblo, insinuando que el afán del primer edil de estar en el juzgado podría colapsar la economía de un pequeño Ayuntamiento sin recursos. Es el caso del último pleito que el mandamás ha perdido con el vecino Antonio Gallego pleito que, tras ser recurrido por el alcalde ha vuelto a perder recientemente.

Sin embargo lo que a mi me acongoja y me encocora, es el dato que el empresario da acerca del Centro de Interpretación de la Trucha. Se han pagado, según él, casi cinco millones por unas cámaras que deberían de estar sumergidas en el río para observar la trucha y que jamás se instalaron. Me encuentro con el empresario y le pregunto por el tema. Me asegura tener la factura de la empresa de Valladolid que suministró el material y que se llama Ambiges. Textualmente me dice que ese dinero corresponde no sólo a cámaras, como por un pequeño lapsus publicó, sino exactamente a «Dotación expositiva para la sala del medio natural» entre el que figurarían esas cuatro cámaras subacuáticas que a no ser invisibles no se habrían instalado jamás.

Si ello fuera cierto, el escándalo estaría servido y salpicaría al Grupo de Acción Local Adisac. Ese grupo subvencionó la obra y debería de conocer la situación. Porque me pregunto yo también, ¿es legítimo recibir dinero sin tener que pedir ni dar cuenta de ello? ¿Conocía Adisac que ese Centro, según el empresario, tan sólo se inauguró en el periódico varias veces y nunca en la realidad? Me asegura Jesús Ramos que el Centro de Interpretación está no sólo cerrado, sino que el entorno está hecho un auténtico estercolero y que tiene fotos de ayer mismo que lo corroboran.

El alcalde José Sánchez que luchó por derribar el Programa Life hasta hacer perder doscientos millones a Sanabria se encontraría ahora en una dificilísima tesitura. Se encontraría con la soga europea al cuello asfixiando y poniendo en entredicho la actuación del Grupo de Acción Local Adisac que habría dado un auténtico truchazo.

Para cerciorarme de la realidad del asunto giro paseo hasta el lugar de los hechos donde se ubica el citado edificio. Cierto. El Centro no sólo está cerrado a las doce de la mañana, sino que está en un completo abandono, con yerbas de medio metro y un hortigal de compañía. La bomba está servida.

Mi curiosidad me lleva a indagar, a preguntar a quien sabe y a descubrir con asombro que entre las partidas presupuestarias figuran para el espacio exterior «cuatro paneles de 60 por 50 centímetros de hierro galvanizado» y cuatro atriles pequeños de hierro. Nada de eso existe allí.

La persona que me comenta este gravísimo extremo me asegura que en el capítulo XXIV, apartado 24.05, se presupuesta la plantación de cien árboles por importe de 340.000 pesetas, sin embargo no existe ni un solo árbol de reciente plantación. Yo estoy seguro de que todo ello tendrá una explicación razonable, pero como el empresario Ramos, creo también que no es suficiente con que exista explicación, sino que por el bien de Sanabria debe de conocerse.

Como debe de conocerse qué ocurrió con la Asociación Virgen del Carmen del mismo pueblo que el pueblo creó y que según el empresario el Ayuntamiento se apropió hasta el punto de que ningún socio haya vuelto a tener noticia ni de las preceptivas asambleas, ni órganos rectores que la integran, ni subvenciones que ha recibido, ni presupuestos, ni nada de nada.

La denuncia va más allá cuando se pregunta por los meses que algún trabajador llevaría sin cobrar; por la inexistente publicación o exposición de las actas de los plenos; por los documentos que se registran desde hace meses que sólo ponen fecha de entrada y no número de orden del registro; por qué recibos ilegales se pasan repetidamente al cobro...

Exculpa Ramos a los miembros de la corporación, a los que cree gente digna y señala sin ambages al máximo mandatario y al secretario como responsables de la catástrofe en la que, según el, está sumergido el pequeño Ayuntamiento sanabrés.

No sé en qué quedará el asunto, pero si esta carta a los vecinos sirve para clarificar el estado del Ayuntamiento y para que el Grupo de Acción Local Adisac explique por qué una obra tan importante no ha tenido seguimiento o, si lo ha tenido, por qué se ha permitido que permanezca tantos años cerrada, bienvenida sea. Yo, con este triste bolígrafo, apoyaré siempre para que los asuntos turbios vean la luz. Y que cada cual aguante sus abusos. Si los hay.