Este título hará recordar la película británica del famoso agente 007. Pero no es precisamente ficción el tema que hoy nos ocupa. Resulta que así como si tal cosa se acaba de aprobar en el Congreso un proyecto de ley de reproducción asistida que, en el fondo, es un lobo con piel de corderito. Se nos quiere vender el engañoso concepto de "preembrión" sabiendo que científicamente se trata de una persona humana con todas las de la ley. Aunque es otra ley bien diferente la que se nos propone: una ley que da licencia para matar vidas humanas en gestación con el maquillaje de pretendidos fines terapéuticos.

Extraña comprensión de lo terapéutico si para vestir un santo tenemos que desvestir a otro. Mucho me temo que el mal llamado "preembrión" no daría permiso (si pudiera hablar) para curar la enfermedad de alguien a costa de ser liquidado una vez que se ha extraído de él la pieza de recambio que necesitaba. No nos engañemos, en definitiva se trata de eso: "producir" vidas humanas de "usar y tirar". Y ya sé que este no es el lenguaje políticamente correcto con el que nuestros mandatarios tratan de justificar el mencionado proyecto de ley. Si ya era preocupante que no falte quien se dedique a la ciencia sin conciencia, más lo es ahora el ver que buena parte de nuestros políticos no sean tampoco un gremio mucho más honesto a la hora de velar por los límites necesarios en la intervención sobre el ser humano. Considero que un uso positivo de la ciencia y la técnica al servicio del hombre no significa que los ciudadanos demos carta blanca a biólogos y políticos para que actúen a sus anchas.

Hace unos días nuestro paisano y escritor, Juan Manuel de Prada, ponía el dedo en la llaga al advertir "que esta concepción puramente utilitarista de la vida nos pasará, a la larga, factura. Al negar los conceptos más elementales sobre los que se sustenta la dignidad humana, estamos inflingiéndonos un daño sin reparación posible". Y añade: "podemos alegar coartadas pretendidamente altruistas para justificar ese ataque a la dignidad humana; pero las acciones moralmente erróneas aunque puedan parecer útiles en un principio, acaban arrastrándonos inexorablemente a la ruina" (ABC, 19-II-2006).

Quizá no estaría de más, me atrevo a proponer desde aquí, que el Club-La Opinión de Zamora invitase de nuevo al prestigioso profesor de bioética, José Román Flecha, para quitarnos la venda de los ojos en este asunto. Sabemos, quienes hemos sido sus alumnos en Salamanca y otros muchos zamoranos que le conocéis, que él sabrá hacerlo con la calidad y calidez de sus palabras.