Sigue pareciéndome absurda la cruzada contra el tabaco emprendida por tantos gobiernos, incluido el nuestro cuando, no obstante, los propios gobiernos, permiten la fabricación y comercialización del tabaco y por lo tanto su consumo indiscriminado. Hay una cierta hipocresía gubernamental al respecto. Se insiste en que las medidas adoptadas han permitido un descenso notable del número de consumidores. No me lo creo. La realidad dice otra cosa bien distinta. Es posible que algunos adultos, no muchos, hayan abandonado el vicio, no lo discuto, lo que es indiscutible es que el testigo lo han recogido los jóvenes y más concretamente los adolescentes que son los grandes consumidores de tabaco, en España y en el mundo.

El escalofriante número de muertes por tabaco previsto por la Organización Mundial de la Salud, podría superar los 10 millones de víctimas. El aumento en cifra de por sí alarmante, viene dada, entre otras circunstancias, a las altas tasas de consumo registradas entre los jóvenes de todo el mundo. Los jóvenes españoles no son ajenos a tan importante incremento. Considerada por sus autores como "el mayor conjunto mundial de datos comparables sobre el uso del tabaco", la "Encuesta Global de Tabaquismo Juvenil" ha logrado reunir datos sobre la presencia del tabaco en la vida de 75.000 jóvenes de 13 a 15 años, residentes en 395 lugares del planeta. Un 8,9% de los participantes, sin duda una barbaridad, afirmó ser fumador de cigarrillos. El problema es que las edades son cada vez más tempranas, con todo lo que de peligro conlleva para la salud y el buen desarrollo de los adolescentes.

Y, a ellos ¿quién los salva de la quema? ¿Quién los retira del vicio? En los recreos y a escondidas, que yo sepa, nada ni nadie les impide entregarse de lleno al consumo de esta sustancia en concreto que tantos adictos y tantos adeptos tiene. Además, se han acortado las diferencias en las tasas de consumo según el sexo. Las chicas empiezan a equilibrar la balanza. Se lanzan antes a fumar y en número muy cercano al de los chicos. Las chicas muestran una propensión preocupante a convertirse en fumadores de tomo y lomo. Y hay otra cuestión los productos alternativos del tabaco (masticable, para cachimba y en pasta) se emplean tanto o más que los cigarrillos. Los adolescentes que no han fumado nunca son susceptibles a hacerlo con la particularidad de que entre ellos el tabaquismo pasivo está muy extendido.

Algo no encaja con las drásticas medidas tomadas por el Gobierno cuando todo lo dicho afecta a los adolescentes españoles. La ley es una ley a medias, una ley conveniente para casi todos, una ley restrictiva en lo que al ámbito laboral respecta pero nada más. Los expertos aseguran que "si esta similitud entre sexos persiste según los jóvenes se adentren en edad adulta, semejante cambio conductual tendrá importantes implicaciones sobre la carga global de las enfermedades crónicas y deberá ser considerado en las futuras estimaciones de mortalidad". Así de claro y así de crudo.

Cabe volverse a preguntar ¿quién los salva a ellos? ¿Quién es el guapo que coge a este toro por los cuernos e impide lo que los expertos anuncian con tiempo? ¿Quién está dispuesto a aparcar la hipocresía imperante al respecto e impedir el crescendo del tabaco en el mercado? Lo que arreglan por un lado lo estropean por otro. Más que procurar la salud de los adultos debieran haber empezado por impedir el fácil, facilísimo acceso de los adolescentes al tabaco en todas sus variantes y todas igual de perjudiciales. Save the teenagers.