Que en una sociedad tan materialista como la actual haya quienes se preocupan y ocupan ayudando a los demás, a cuantos lo necesitan, demuestra que, pese a todo, no se equivocan los que creen y apuestan por el idealismo como una parte irrenunciable del ser humano en la que hay que confiar porque nunca será erradicada, sean cuales sean los tiempos, las circunstancias, las modas y las formas de la existencia. Precisamente cuanto más prósperas son las sociedades más resaltan sus carencias y sus precariedades, más abundan los excluidos, los marginados, los necesitados de ayuda moral y material, una doliente humanidad que se hace mayoritaria en aquellos otros lugares donde la pobreza, la injusticia, la desigualdad social y económica conforman el llamado Tercer Mundo.

Contra esa situación, que se puede disimular en algunos casos, pero no ocultar, luchan en la medida de sus fuerzas y de su voluntad política los gobiernos, las instituciones, el poder oficial constituido. Pero a ellos se suman, desde siempre, y como un recurso inaplazable, los voluntarios de las muchas organizaciones, públicas, religiosas o privadas, que desinteresadamente cooperan, de una u otra forma, pero sobre todo con su presencia, con su ayuda personal. Miles de personas de todas las edades y condiciones que dedican su vida, o una parte de su vida, a servir a los demás, a cambio de la satisfacción de ser útil al prójimo, de cooperar para hacer mejores, más fáciles, más llevaderas, unas existencias marcadas por la necesidad en cualquiera de sus formas.

En Zamora el voluntariado está formado ahora por unas dos mil personas, entre las que hay muchas mujeres y entre las que está presente la juventud. Esos jóvenes, que según las encuestas no quieren, en su mayor parte, saber nada de política ni de políticos, no carecen de ideales ni de interés activo por el mundo que les rodea, ni de sensibilidad, y ahí están ellos también, en la Cruz Roja, o en la Asociación contra el Cáncer, o en el Comité Antisida o en cualquier ONG, prestando su concurso y su entusiasmo. En conjunto, la mediana edad es la más representada en el voluntariado zamorano, pero colaboran igualmente personas mayores.

Sin embargo, no hay voluntarios suficientes, pues se necesitan más toda vez que son muchas las necesidades a las que atender. Además, parte de estos voluntarios son ocasionales, con lo cual el número habitual se reduce. Por ello, varias de las asociaciones existentes en la provincia han unido sus fuerzas para tratar a partir de ahora de promocionar y de coordinar la labor del voluntariado. Se pretende sensibilizar a la población con este asunto y llevar a cabo una amplia campaña de captación de más personas con voluntad de ayudar a los demás que permitan incrementar el número de voluntarios en Zamora. Es una iniciativa muy loable y acertada que merece ser apoyada por todos los que pueden hacerlo, desde las autoridades a aquellos que estén dispuestos a poner su generosidad al servicio de quienes más lo precisan. Un servicio social que es más un servicio humano y humanitario.