El gusto por el trabajo bien hecho no es un valor en alza. No sé si alguna vez lo ha sido, pero ahora lo habitual es encontrarse con chapuzas en cada esquina. Da igual que llames a un fontanero, a un electricista, a un pintor, a un chapista o a un sociólogo: encontrar un profesional que sea competente puede llevarte más tiempo del que se necesita para arreglar el desperfecto que necesitas reparar con toda urgencia. Las chapuzas son habituales en los negocios personales. Para no pagar el trabajo de un profesional, uno mismo se mete donde no le llaman y se pone a reparar los desperfectos domésticos. Y luego pasa lo que pasa: el desagüe se va por todos los sitios, el grifo no cierra correctamente, los enchufes no encajan y los hilos de la luz quedan a la intemperie. Yo mismo soy ejemplo de chapuzas casero.

Lo que no entiendo es que alguien se llame profesional o se crea un experto y haga chapuzas para los demás. Si las hace en su casita no pasa nada. El se las guisa y él solito se las come. Nada que objetar. Pero que un "supuesto" profesional te cobre 150 euros por poner cuatro enchufes y que al día siguiente los enchufes ya no funcionen, no lo puedo entender. Porque el problema no son los enchufes que están hechos de tal o cual material. No, el problema es que el supuesto profesional que te ha chupado la sangre por una hora de trabajo es un chapuzas. Y no lo llames para recordarle que ha hecho mal su trabajo. Da igual: él ya cobró y adiós muy buenas. ¡Y como es un profesional?!

Los que pusieron las piedras en la calle -no recuerdo el nombre- según se sube San Martín también eran profesionales. Sin embargo, su profesionalidad ha quedado en evidencia: han empezado a levantar las piedras y a colocarlas de nuevo porque por allí ya no podían pasar los coches y los viejecitos tropezaban cada tres por cuatro. Y los que ponen los árboles en los parques públicos y luego dejan que se sequen son también chapuzas. Y los que colocan los contenedores de basura sin ton ni son, a dos metros de distancia, ocupando las esquinas y los pasos de peatones, son también chapuzas. Y también son chapuzas quienes consienten todos estos atropellos en la vida municipal. Tanto los que mandan como los que obedecemos. Yo el primero.

En fin, que estamos rodeados de chapuzas por todos los sitios. Levantas una alcantarilla, abres una puerta, miras el buzón o lees un informe y aparece un chapuzas que no te invita ni a café. Aunque lo peor es que los desaguisados de algunos chapuceros tenemos que pagarlos entre todos. Si los gastos salieran de su bolsillo, otro gallo cantaría. Pero no.