De los nervios parece que están ya los vecinos del zamorano barrio de La Horta, y de los nervios puede que estén no tardando, aunque algunos lo están ya -por ejemplo, los de la calle Santiago- quienes tienen sus viviendas o sus negocios en la céntrica zona de Santa Clara, y todo ello como consecuencia de las obras que en ambos lugares lleva a cabo el Ayuntamiento de la capital, desde hace siete meses en el primer caso y desde hace tres semanas en el segundo.

Lo malo es que va a más, o eso se detecta al menos en cuanto al lógico enfado que manifiestan cada día los residentes de La Horta, y es que, en realidad, el barrio se ha convertido en un caos y así llevan mucho tiempo. Una experiencia amarga que ya conocieron en su día los vecinos del casco antiguo y no han olvidado. Calles levantadas, calles que se cierran y se vuelven a abrir, garajes a los que no se puede acceder, casas en las que hay que entrar o salir a base de cabriolas y jugándose los huesos... Y encima, el plazo de finalización que, como se temía, no se cumple. Cuando el concejal de Obras se reunió con los vecinos para asegurarles que en febrero se acabarían las molestias, los vecinos se le echaron a reír, sin creerlo, y ahora resulta que la empresa adjudicataria pide dos meses más, alegando la adversa climatología invernal, para rematar los trabajos, algo que ha sentado fatal en el barrio. Total, que hasta abril continuarán las obras en La Horta, ante la indignación justificada de los vecinos.

Donde espera el equipo de gobierno del Ayuntamiento que se termine a tiempo es en la zona de Santa Clara, una confianza que es muy poco compartida y no sólo por la oposición municipal sino por la ciudadanía, aunque la celebración de la Semana Santa puede que influya, como ya se ha dicho, en la aceleración de las actuaciones y que se finalice dentro del plazo. Pero mientras no cesan ya las quejas, más de los comerciantes que de los vecinos, aunque de todo hay, y lo mismo ocurre con los viandantes para los cuales tampoco resulta fácil ni agradable pasar por la calle Santiago, por ejemplo, lo cual está influyendo negativamente en el comercio. Dicen los

de la Asociación de Comerciantes que no hay quejas. Pues será a ellos, porque se quejan a quien quiera escucharles y no paran de hacerlo.

Cierto es que las mejoras son necesarias y que no se pueden efectuar sin causar trastornos, pero de lo que se trata es de que, una vez más en Zamora, se pone en evidencia la falta de control sobre las obras públicas de todo tipo, ya sea en las calles o en las carreteras. En cuanto al Ayuntamiento, vuelve a dar la impresión de que el concejal de obras no puede con el tema, que le sobrepasa, y la ausencia del alcalde, en el Senado, se hace patente en demasiadas ocasiones. La remodelación del centro de la ciudad, que seguirá luego por San Torcuato, parece como si pudiera significar el definitivo waterloo del actual equipo municipal de gobierno. O eso se cree, al menos, desde los distintos grupos de la oposición municipal, dispuestos a aprovechar al máximo las cartas que los que mandan en el Consistorio les han puesto en la mano y que son bazas que no piensan perder dentro del juego político.