Rusia logró el bronce y volvió al podio 24 años después -fue oro en Seúl-88 aún como la URSS- tras ganar a Argentina por 77-81 gracias a la gran actuación de Kirilenko y, sobre todo, de Alexey Shved, máximo anotador del encuentro con 25 puntos y con cuatro triples decisivos en el último cuarto.

El partido acabó con polémica, recriminando los jugadores argentino al colegiado estadounidense Kennesy por entender que con 77-79 Manu Ginobili había sido objeto de falta tras robar un balón.