Desde que se consumó el divorcio entre Netflix y Disney, la plataforma de la gran N empezó a tirar de talonario para incorporar a su catálogo títulos y creativos que amortiguaran el golpe e hicieran frente a la fuerte competencia que se avecinaba. Parecía como si sus fondos no tuvieran límite y se manejaban cifras exorbitantes para cualquiera de los mortales. Tomaos lo que queráis, que paga Netflix. Y la barra libre quedaba abierta. Solo en el momento de tener que abonar la cuenta, quedaba la duda de si realmente habían hecho buen negocio con algunas de sus adquisiciones más caras. Cien millones de dólares por mantener Friends en exclusiva, que ha acabado regresando a manos de la competencia, en el momento justo de estrenar la reunión del reparto. Otros 100 por Shonda Rimes, que sí, que ha arrasado con la primera temporada de Los Bridgerton pero que ha tardado dos años en hacer una serie para ellos y parece que no veremos otra hasta el año que viene. Otros 200 millones por los responsables de Juego de Tronos, D. B. Weiss y David Benioff, que acaban de estrenar su primera serie en la plataforma, La directora, muy alejada de la épica del universo creado por George R. Martin. La compra por una cifra que no trascendió de la editorial de cómics Millarworld, creada por Mark Millar, con la que Netflix pretendía crear su propia franquicia de superhéroes ante el imparable ascenso en la competencia de Marvel y DC y cuya primera serie, Jupiter's Legacy, se canceló al mes de estrenarse. O los 500 millones de dólares desembolsados por tener Seinfeld en exclusiva hace dos años , aunque todavía no ha podido emitir ni un solo episodio a la espera de que salga del catálogo de Hulu. Y finalmente, el caso en el que más nos detendremos en este artículo, el pago de 300 millones por Ryan Murphy.

Cuando la gran N anunció el fichaje de Murphy hace dos años, fue toda una revolución para el sector, que nos anunciaba la guerra de las plataformas que se nos venía encima. No se puede negar que Murphy ha cumplido y desde el primer día no ha parado de hacer series como churros, en las que ha dejado plasmado su inconfundible estilo. El problema ha estado en que no ha superado con ninguna de ellas el listón que tenía en la Fox antes de su contrato multimillonario. Ni The Politician, ni Ratched, ni la miniserie Hollywood han estado a la altura de lo que se esperaba de ellas. Las alarmas se han empezado a encender esta primavera con el fallido biopic del diseñador de moda Halstron, protagonizado por Ewan McGregor, y en esta serie algunos vieron un caramelito con un mensaje envenenado para la mano que le daba de comer. La ficción situaba el inicio de la decadencia del diseñador en el momento en que vende su marca a una megacorporación, perdiendo su talento, el control de su marca y su alma en el camino. ¿Hay algún mensaje implícito aquí?

Se suponía que el contrato con Netflix exigía por parte del showrunner una exclusividad para la plataforma. Solo se le permitía el acabar las series que ya tenía en antena en otras cadenas o los spin offs o títulos derivados de otras ya en marcha. Tras el fiasco de Halstron, no han parado de aparecer nuevos proyectos arropados por Murphy. Pero para la competencia. Y algunos de ellos, sobre la mesa, parecen mucho más suculentos que lo que hasta ahora hemos visto en Netflix. En todo un derroche de creatividad, la factoría Murphy ha anunciado nuevos títulos para la Fox. Bajo el paraguas de "American (ponga usted aquí la palabra que le dé la gana) Story" han encontrado la fórmula para romper las ataduras con Netflix y producir prácticamente lo que se les antoje. Falta por saber cuál será la vinculación de Murphy con todos estos proyectos o si solo pone su nombre para cobrar el cheque a la hora de repartir beneficios, como hacía Steven Spielberg en sus años dorados. Y la gran duda, si todo va tan bien en ese sustancioso contrato, ¿por qué acudir a estos subterfugios para burlarlo?

A lo largo de estos meses hemos visto cómo se reactivaban para la Fox otros títulos de su factoría que parecían estar en un limbo. Tras tres años relegada al olvido, para este otoño, se anuncia la tercera temporada de American Crime Story, la que para mi gusto ha sido la mejor serie de Murphy hasta la fecha, y que en esta entrega se centrará el escándalo por la relación entre Bill Clinton y la becaria Monica Lewinsky. Una revisión de unos hechos que hicieron correr riadas de tinta, pero narrados con perspectiva de género para rehabilitar la figura de la joven estudiante. Sobre todo, ver cómo su intimidad quedó expuesta para el gran público, a pesar de tener la condición de víctima de un caso de acoso sexual por uno de los hombre más poderosos del planeta. Promete.

La cosa no termina aquí. Este miércoles se estrenó en Estados Unidos la décima temporada de American Horror Story (AHS), que lleva el subtítulo de Doble Feature y que nos sugiere un homenaje a esos dobles programas de cines de terror de serie B. Algo que ya hicieron en 2007 Robert Rodríguez y Quentin Tarantino con Grindhouse, un cocktail muy gore formado por Death Proof y Planet Terror. En este pastiche a la Murphy, alienígenas y sirenas son el plato principal de la décima entrega, en la que Macaulay Culkin se incorpora a la troupe. Esta serie sí que se ha mantenido fiel a la cita anual con su público, pero ya tiene otros cachorros. Este verano, también en Fox, se estrenó otro spin off más de la serie de terror (American Horror Stories) y que adopta el formato de una historia nueva para cada episodio, al más puro estilo de The Twiligth Zone, Alfred Hitchcock presenta... o Black Mirror. Las dos entregas de AHS llegarán a España este mes de septiembre de la mano de Disney. Sí, la competencia más directa de Netflix.

También se anuncia una cuarta entrega de American Crime Story (ACS) y que estará dedicada a la mítica discoteca Studio 54 que, tras ser una referencia en la vida nocturna neoyorkina de los años setenta, se hundió tras el procesamiento de sus propietarios por fraude fiscal. Parece que la idea de contarnos en ACS las consecuencias del abandono de Nueva Orleans tras el huracán Katrina queda descartada. Aunque, ¿quién nos dice que no podría retomarse para una quinta entrega? La factoría crece fuera de Netflix y, con la misma trampa, se cobijan dos títulos más: American Sport Story y American Love Story. Para la temporada inaugural de la primera, se nos contará el ascenso y caída de Aaron Hernández, estrella latina del fútbol norteamericano, que se suicidó con 27 años tras ser condenado a cadena perpetua por asesinato. En el otro título, destinado a desgranar grandes romances de la reciente historia norteamericana, se profundizará en el matrimonio entre John Fitzgerald Kennedy Jr, hijo del presidente estadounidense asesinado, y la publicista Carolyn Besette. Ambos fallecieron trágicamente en un accidente de aviación en julio de 1999. Todo apunta a que la base de la serie podría ser el libro Los herederos de Kennedy por J. Randy Taraborrelli, que revelaba que el matrimonio no fue tan idílico como se pensaba.

La guinda para todos estos agravios comparativos la ha puesto este mes la noticia de que Angela Basset se ha convertido en una de las actrices mejor pagadas del mundo, al desembolsarse casi medio millón de dólares por cada episodio de 9-1-1, serie de Fox de la que es una de sus principales protagonistas y cuyo productor casualmente es...(redoble de tambores) Ryan Murphy. Fue su último título creado para una televisión en abierto antes de marcharse. El éxito de la serie de los equipos de emergencia de Los Ángeles, ya cuenta con un spin off en Texas: 9-1-1 Lone Star, protagonizado por Rob Lowe y Liv Tyler. Otros éxitos puestos en marcha por el productor siguen arrasando y dejando más huella que los de la plataforma de pago. El pasado junio despedimos a Pose, la serie que radiografiaba a la comunidad trans de Nueva York en los 90. Su protagonista M. J. Rodriguez se ha convertido en la primera mujer trans en optar al premio a la mejor actriz principal, por lo que la serie podría hacer historia en su temporada final.

El contrato firmado entre Netflix y Murphy termina dentro de un año y medio. El tiempo dirá cuál será la consecuencia de esta repentina proliferación de títulos asociados a Murphy en la competencia. ¿Tenemos otro divorcio en ciernes o estamos renovando las condiciones?.