Están los sumisos. Están los insumisos. Y está la presidenta de la Academia de Cinema Catalá, Isona Passola, que se sale de todas las escalas. Ella brilló con fuerza en la 13 edición de los Premios Gaudí de Cinematografía, que se celebraron de forma presencial, toda una audacia, en sesión de tarde, antes del Telenoticies 2, obligando a que se cumpliesen los tiempos para que el informativo de la nueve de la noche entrase en directo en su momento. Y cumplieron al milímetro.

Decíamos que Passola, en su despedida tras dos legislaturas de mandato, estuvo guerrillera en sendas intervenciones en las que presentó quejas a la tele autonómica ante el propio presidente de TV3, que auspiciaba el evento en el Auditorio del Fórum de Barcelona. También habló de presos políticos y exiliados, y clamó por un cine catalán y en catalán. Matizando que tampoco les importaría rodar en otras lenguas como el francés, el inglés o el castellano.

Si hubo un momento hermoso en esta ceremonia vespertina fue aquel en el que apareció en el escenario el Gaudí de honor, Carme Elías, cuyo discurso fue interrumpido por los aplausos en una sola ocasión: cuando aludió a los privados de libertad por sus ideas. La encargada de entregarlo fue Vicky Peña, que el domingo anterior, a esas mismas horas de la tarde se encontraba en el Teatro Principal de Alicante representando junto a Pablo Derqui Pedro Páramo, dirigida por Mario Gas.

La gala fue producida por El Terrat, y Andreu Buenafuente no quiso faltar a la cita, homenajeando al maestro Pere Rubianes con el antológico sketch de las onomatopeyas. Su mujer, Silvia Abril, protagonizó otro sobre las instrucciones para regresar a las salas de cine, en su tono habitual. Unos Gaudí sin presentador, brillantísimos.