Lo digo de nuevo, lo escribo otra vez. Y lo haré cada vez que venga bien para reafirmar lo que escribo. No soy dado a seguidismos, ni ciegos ni a ojos vista, no tengo el don, o el castigo, o la falta o la virtud, de ser fácil presa de dioses, de estrellas rutilantes de la gran pantalla, de la pantalla chica, de la canción, mucho menos del fútbol. Vamos, no soy fan de nada, o de casi nada. Pero hay excepciones. Cada día, según abre la boca, soy más fan de Jorge Mario Bergoglio en su calidad de papa de Roma. Un fenómeno este Francisco, de 80 lúcidos años.

Por el contrario, témome que cuanto más fan soy de este tipo con cara de bonachón pero un poco pillín, menos fan son una parte de los suyos, esa parte que no traga su atrevido pensamiento, sus ideas abiertas, tolerantes, su mano y su dedo no para condenar sino para acoger, su forma de entender el mundo que le rodea, su capacidad para hacer añicos la endeble fortaleza de la iglesia que representa cuando basaba su arrogada superioridad moral en condenas al otro, al diferente, por el simple hecho de tener unos deseos amorosos que no se corresponden con la moral establecida por esa institución.

Hace unos días, durante una misa en su casa, en la residencia de las monjas donde vive, en Santa Marta, y como el que no quiere la cosa, Francisco soltó una bomba que, mucho me temo, restalló en los oídos de los no creyentes, de los ateos como el que firma esto, pero resbaló en la dura piel del cristiano, católico y romano de misa diaria y golpecito compungido al pecho pero... Pero mejor lo dice el propio Francisco. Yo lo vi y escuché en un corte de imágenes de mala calidad que me dejaron así de grandes y patidifusos los ojos.

El papa denunció la doble vida de los que se dicen a boca llena cristianos de misa diaria y sin embargo dicen una cosa y hacen otra. "Yo soy muy católico, siguió el papa, yo voy siempre a misa, pertenezco a esta asociación y a esta otra, pero mi vida no es cristiana, no pago lo justo a mis empleados, exploto a la gente, soy sucio en los negocios, hago blanqueo de dinero... doble vida. Y tantos católicos son así. Y escandalizan". No habla un demagogo de extrema izquierda, un perroflauta de andar por casa. Habla el papa.

Calabacines santos

Embalado, siguió atizando. Tú llegarás al cielo, recordó Francisco, y llamarás a la puerta y dirás, soy yo, Señor, el que te hacía ofrendas y pertenecía a tal asociación. Sí, recuerdo, le dirá el Señor, todas sucias, todas robadas a los pobres, no te conozco. No sé por qué, pero mientras escuchaba al argentino, me venían imágenes de José María Ruiz Mateos 'Que Te Pego Leche', prohombre del Opus, con el pecho inflado recordando los millones que donaba con una mano a no sé qué asociación monjil mientras con la otra se quedaba con las perras de quien pillara por delante o estafaba a Hacienda y al lucero del alba. Eso sí, de misa diaria. Como el caporal de la Universidad Católica de Murcia, José Luis Mendoza, de misa diaria y óbolos más grandes que los paquetazos de los que hacían la barra en 'Tú sí que sí' que tanto atraían al jurado Rafa Méndez.

Francisco va y denuncia la doble vida del creyente de su rollo como plasmaba 'El Roto' en una de sus lapidarias viñetas, lanzadas como puñetazos. Se ve a un tipo arrodillado, con sus manos entrelazadas. Es un recto ciudadano, con gesto severo de genuflexión permanente. Es tan fanático de la moral, dice la leyenda, que la tiene doble.

Pues bien, concluye el papa que es mejor ser ateo que un católico hipócrita. ¿Conocen el documental brasileño que firmó Dener Giovanini, que tituló 'Amores santos', y desveló las prácticas de algunos curas cuya religión condena la homosexualidad pero ellos a puerta cerrada la practican? Pues eso. Unos 130 religiosos de 30 países pican ante el cebo de un actor bombón ante el que muchos de estos farsantes de doble moral que condenan desde el púlpito con voz amenazante se levantan la sotana, se tocan el calabacín, y se ofrecen al otro en la webcam que graba el momento.

Hazme reír

Sobre esto, mientras veía en La 2 la gala para elegir en Las Palmas la mejor Drag Queen sabía que la cosa traería cola. Convengamos en que el número del chico que hace de virgen maquilladísima que luego deviene en Cristo con taconazos pudiera ofender a creyentes católicos, aunque haya que recordar que esa escena se vivió sobre un escenario y que se hizo en carnavales, es decir, tiempo de transgresiones, tiempo de provocaciones.

El obispo de Canarias, Francisco Cases, sin tacto, para demostrar que fue ofendido, tiró por el camino de en medio y mezcló las churras con las merinas. Que le apenó más la gala de Drag Queen que el accidente de Spanair, ha dicho el clérigo sin que se le caiga el anillo de la vergüenza y la falta de empatía, caridad cristiana, y un poquitillo de sensibilidad, 154 personas muertas en aquel accidente de nos conmocionó. Me lo creo.

Hay algunos ejemplares que anteponen su moral y creencias a cualquier dolor, drama o injusticia. Y si no, escuchemos aún el rugido del autobús pintado de naranja que se echó a las calles para que no nos dejáramos engañar por las soflamas del pecado que tratan de tumbar la obviedad de que los niños tienen pene y las niñas tienen vulva. Es verdad, como también que hay ultracatólicos con mala leche que pueden tener vulva y pene, pero no cerebro ni corazón. Así lo dijo Pablo Iglesias en 'Los desayunos de La 1' a un Sergio Martín que se quedó lelo, como al que le sale el tiro por la culata ya que el político recordó que 'Hazte oír', la organización de moral ultra conservadora, la creó un sobrino de Rodrigo Rato para apoyar al PP.

En respuesta a tanta majadería, con pedagogía, 'El intermedio' aparcó esta semana el bus que recorrió el país con lemas jocosos. Además, Gonzo habló con chicos y chicas transexuales. O sea que hay niños con vulva y niñas con pene, que los ultracatólicos nos perdonen, decía Wyoming. Yo, como dice el papa, con creyentes como estos, me reafirmo, mejor ser ateo.