Kiko Rivera en el ojo del huracán: sus nuevos vecinos no quieren que viva en su barrio
Algunos vecinos han expresado su preocupación tras la llegada de Kiko Rivera a La Juliana

Kiko Rivera. / EP
Lucía Salazar
El DJ se muda a una de las urbanizaciones más exclusivas de Sevilla, pero su llegada no ha sido bien recibida por quienes temen que la tranquilidad del lugar se rompa para siempre.
Una mudanza con polémica
Kiko Rivera ha estrenado nueva vida en La Juliana, una lujosa urbanización situada en Bollullos de la Mitación, a pocos minutos de Sevilla. Un enclave privilegiado donde ya residen rostros tan conocidos como Sergio Ramos y Pilar Rubio, que han hecho de la discreción su bandera. Pero la presencia del hijo de Isabel Pantoja ha levantado más recelos que aplausos.
Vecinos en pie de guerra
La calma del barrio se ha visto alterada por la presencia constante de paparazzi en la entrada de la urbanización, un fenómeno que los residentes no están dispuestos a tolerar. “Aquí no estamos acostumbrados a este tipo de residentes. Tememos que vuelva a las andadas y organice fiestas escandalosas”, confesaba con preocupación una vecina.
Otro residente fue aún más tajante: “Cualquier día le vemos entrar en nuestro club con toda su corte de amigos. Espero que se dé cuenta de que aquí no queremos personas conflictivas”.
La fama que le persigue
Aunque Kiko asegura estar centrado en su carrera como DJ y en su faceta más familiar, la sombra de sus años más polémicos todavía pesa sobre él. Su popularidad, unida a las cámaras que lo siguen a todas partes, se ha convertido en un problema para quienes eligieron este entorno buscando privacidad absoluta.
La exclusiva urbanización, a tan solo veinte minutos de Sevilla, tiene un atractivo especial para el artista: está a un paso de Castilleja de la Cuesta, donde viven Irene Rosales y sus dos hijas. Una ubicación estratégica que le permite estar cerca de las pequeñas, aunque al precio de enfrentarse a la desconfianza de sus nuevos vecinos.
El reto de ganarse al barrio
Mientras Sergio Ramos y Pilar Rubio disfrutan de la serenidad que buscaban cuando se instalaron allí, Kiko todavía tiene que demostrar que puede adaptarse a las normas y al estilo de vida de La Juliana. Por ahora, las miradas de recelo lo acompañan, y solo el tiempo dirá si logra ganarse un hueco en el vecindario o si, por el contrario, su presencia será recordada como la mancha en la calma de la urbanización más codiciada de Sevilla.
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