Los faros son más que torres de señalización para navegantes. Son arquitectura, historia, empleo y cultura, por lo que visitarlos es un destino obligado para los que se planteen conocer la costa española incluso en tiempos de pandemia.

Donde haya costa habrá un faro, sea cual sea la provincia, pero cada uno es único por su altura, el paisaje que le acoge, las poblaciones que le rodean o las carreteras que hay que recorrer para llegar a ellos, sin olvidar las actividades asociadas.

El turismo de faros es un fenómeno en sí mismo y cada vez hay más personas interesadas, como el propio Ministerio de Fomento, que impulsó hace unos años el proyecto Faros de España para posibilitar que estas infraestructuras pudieran ser habilitadas como hoteles, o la Ruta de los Faros en Galicia, con la que promueven además actividades como el buceo o museos sobre la historia del lugar.

Pero hay otras actividades impulsadas desde la carretera, como la de los creadores de la Ruta 181, un recorrido que, como su nombre indica, pasa por 181 faros de la Península Ibérica.

Vicente Salazar es uno de los creadores de este proyecto; forma parte de un grupo de moteros y decidió en 2020 marcar el recorrido para que los amantes de la carretera pudieran redescubrir los rincones más y menos conocidos de la costa ibérica.

"Es una ruta preciosa. Nos parece una verdadera maravilla. Los faros los vemos como espectadores y los tenemos que ver de día, mientras que de noche los ven quienes los necesitan", explica Salazar a Efe, y defiende que hay "una variedad increíble" en cada entorno, marcado por su cultura, paisaje y gastronomía.

Una imagen del faro de Finisterre, en A Coruña. ShutterStock

Pero hay faros tanto en grandes ciudades como en medio de acantilados deshabitados.

Por eso, para los que prefieren una estancia más reposada, hay opciones como la que ofrece el hotel O Semáforo, ubicado bajo el faro de Finisterre, en La Coruña.

Frente a las aguas del fin del mundo, este alojamiento ofrece seis habitaciones para los que quieran disfrutar del viento y la marea que chocan contra el cabo Finisterre.

Jesús Picallo, gerente de la concesión (se necesita permiso gubernamental para habilitar un alojamiento en estos terrenos), junto a su hijo Jacinto, gestiona este hotel que ofrece, como él mismo define, "una experiencia de turismo emocional".

"Pernoctar en un edificio que tiene más de 100 años, donde los fareros eran testigos de los temporales, de las puestas de sol... Se puede decir que los faros son como el mascarón de proa en el turismo de Galicia", alega.

Recuerda que los faros son edificios con valor patrimonial y que además generan puestos de trabajo en las poblaciones cercanas e impulsan la cadena de valor del lugar.

"Se habla de la despoblación en el rural. Esto fija residencia pero también pones en valor la gastronomía local, como es la gastronomía de la Costa da Morte (Costa de la Muerte)", defiende.

Otros factores que influyen al éxito de la zona son los centros de interpretación o la placa que marca el kilómetro 0 del Camino de Santiago, "el final o el principio" de esta peregrinación.

Picallo asegura que el rural también es la costa, y los faros, así como las villas, los pazos o las iglesias, ayudan a mantener el rural al lado del océano, y, en el caso de la Costa de la Muerte, también está asociado a la historia naval de la región.

Una imagen del Faro del Cabo Peñas, en Asturias. ShutterStock

Desde el sector de la restauración se encuentra el Bar Cuatro Vientos, ubicado a pocos metros del Faro del Cabo Peñas, en Asturias.

Fuentes del bar explican a Efe que son muchos los que se acercan para ver el punto más septentrional de la costa asturiana, sobre todo extranjeros y turistas nacionales del Mediterráneo.

"El faro no deja de ser ese elemento arquitectónico enclavado en el escenario natural que es el propio cabo", explican, y aclaran que visitar un faro no es visitar solamente el torreón, sino el paisaje que lo rodea.

En esa línea, resaltan que este cabo destaca por el microclima dentro del Cantábrico, por la afluencia de vientos, por su baja pluviosidad y por su fauna y flora, ya que este punto geográfico es testigo de la presencia de aves migratorias que entran en España "guiadas por la luz del faro".