Después de limpiar los sombreros de los boletos, se cortan a la mitad. Los dientes de ajo se pelan y se prensan muy bien tratando de extraer la mayor cantidad de jugo posible, con el que se rocían las setas.
En una sartén se calientan seis cucharadas de aceite de oliva y se fríen en él los boletos por ambas partes durante dos o tres minutos. Pasado este tiempo se escurren, se pasan a una fuente y se sazonan con sal al gusto; por último, se rocían con unas gotas de zumo de limón.