Cuidar la salud debería ser obligatorio en todas las edades. Y para ello hay tres grandes pilares: huir de hábitos perjudiciales (como fumar y beber alcohol), hacer deporte de forma periódica y seguir una dieta equilibrada. Aunque deberían ser preceptos que se afiancen desde la infancia, en la juventud muchos los descuidan y prefieren disfrutar sin pensar en las consecuencias. Sin embargo, llegada cierta edad, los excesos empiezan a pagarse.

Y no solo por el peso, que también. Porque no todos los males aparecen al subirse a una báscula. Aunque uno esté a gusto con su cuerpo, ya no es tan sencillo que las analíticas salgan perfectas y empieza a aparecer la sombra del colesterol. Por eso, a partir de los 40 llevar una vida sana se vuelve vital.

Para ello, hay que tener presente qué alimentos no deben faltar en el menú semanal y cuáles es mejor evitar. Aquí recopilamos cinco de cada uno de estos dos grupos.

Los que sí debes comer...

Almendras

Un puñado de almendras. Shutterstock

Y cualquier fruto seco. Cacahuetes, pistachos, avellanas, nueces... Todos tienen múltiples propiedades. Eso sí, deben consumirse tostados, no fritos, y sin sal. Una buena forma de incorporarlos a la dieta es como tentempié o en forma de crema, que se obtiene simplemente triturándolos hasta obtener la textura deseada. Son una fuente de hierro, potasio, magnesio, calcio y ácido fólico.

Arándanos

Arándanos. Shutterstock

Es muy sencillo introducirlos en desayunos y meriendas, y también como postre en comidas y cenas. Y es que su sabor dulce y ácido hace que combinen a la perfección con multitud de alimentos. Son ricos en antioxidantes, vitamina C, previenen el deterioro del cerebro, crear una barrera natural contra las infecciones de orina, ayudan a controlar la hipertensión y a mantener a raya el colesterol... Eso sí, para aprovechar al máximo todas sus propiedades, siempre es mejor consumirlos enteros en lugar de en zumos o mermeladas, aunque sean sin azúcar.

Lentejas

Un plato de lentejas con verduras. Shutterstock

Las legumbres deberían tener un papel destacado en cualquier dieta saludable. Unas de las más consumidas en España son las lentejas. Si bien es verdad que conviene consumirlas estofadas con verduras, tampoco está de más hacer un buen cocido de vez en cuando, con su chorizo incluido. Además, son muy económicas, por lo que, en este caso, comer sano y nutritivo no está reñido con mirar el bolsillo. Las lentejas contienen un 23,5 por ciento de proteínas (más aún que el porcentaje presente en los garbanzos o en las judías), aportan mucha energía porque son ricas en hidratos de carbono y tienen un alto contenido en fibra, por lo que son buenas para el estómago. Además, es de sobra conocido su riqueza en hierro.

Salmón

Salmón con espinacas y setas. Shutterstock

En sushi, al horno, a la plancha... Cualquier manera es buena para comer salmón. Este pescado azul debería consumirse de manera periódica si se persigue el objetivo de seguir una dieta sana. En primer lugar, porque es rico en vitaminas y en ácidos grasos omega-3 que, entre otras cosas, ayudan a prevenir el colesterol. También ayuda a cuidar del tejido muscular, del corazón, del cerebro y del sistema nervioso. Asimismo, está demostrado que acelera el metabolismo, por lo que contribuye a reducir el nivel de azúcar en sangre. Y, además, está buenísimo. Todo ventajas.

Aguacate

Un aguacate listo para comer. Shutterstock

Uno de los alimentos más de moda en los últimos tiempos. Y es que, a pesar de que hace ya unos años desde su 'boom', su popularidad no ha caído. En los desayunos y brunch que se muestran en redes sociales siempre está presente. Pero también en ensaladas, tartares, recetas mexicanas... El aguacate es una fuente de vitaminas y nutrientes que fortalecen el sistema muscular, inmunológico y nervioso y también favorece el neurológico. Su chute de vitamina D ayuda a mejorar la salud de los huesos. También tiene fibra, potasio, y ayuda a que crezca el colesterol bueno.

... y lo que es mejor evitar

Bollería industrial

Varias piezas de bollería industrial. Shutterstock

Un clásico entre los alimentos que más odian los médicos. Y es que además de que nutricionalmente no tienen ningún valor, son perjudiciales para la salud por su alto porcentaje de azúcares y grasas saturadas. Su consumo está íntimamente ligado a la aparición de diabetes y obesidad.

Bebidas azucaradas

Una bebida de cola. Shutterstock

Mismo caso que la bollería industrial. A pesar de que tomarse un refresco en una terraza en verano es una de las sensaciones más placenteras, es fácil sustituirlo por otras opciones que sean menos perjudiciales para la salud. Agua con gas y una rodaja de limón, un zumo natural, un café solo con mucho hielo... Solo es cuestión de ir acostumbrando el paladar a sabores sin azúcares añadidos.

Embutidos

Fuet. Shutterstock

Otro de los grandes amados y perjudiciales a partes iguales. Y es que su alto contenido en sal y el hecho de que su base sea la carne roja hace que lo mejor sea desplazarlos de la dieta y reservarlos solo para ocasiones especiales. Su abuso puede derivar en daños en el páncreas y el hígado.

Cereales industriales

Un bol de cereales. Shutterstock

Son uno de los desayunos favoritos de los más pequeños, pero llegadas ciertas edades es mejor evitarlos. A pesar de que hubo un tiempo en el que pusieron de moda los bares exclusivos de cereales de todos los tipos y de todas las partes del mundo, su alta cantidad de azúcar hace que sea mejor huir de ellos. Es una idea mucho mejor hacer una granola en casa con base de avena, frutos secos y dátiles. Y, para endulzar, una buena miel.

Rebozados

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Fingers de pollo, patatas fritas y kétchup. Shutterstock

A quién no le gustan los fingers de pollo, el escalope, la merluza a la romana... Pero, una vez más, coincide que las comidas que más fans atesoran son las menos saludables. A partir de los 40 es mejor optar por cocciones al horno o a la plancha con poco aceite. Y, claro, acompañadas de una buena ración de vegetales. Tu salud te lo agradecerá.