¿Qué sería de nuestros platos sin las salsas? Aunque parezca un elemento secundario, una salsa puede estropear una receta o ponerle el punto jugoso y elevarla al séptimo cielo. Desde la clásica bechamel hasta la tradicional salsa de tomate, pasando por elaboraciones hechas de queso, de pimienta, de verduras o incluso de semillas, como es el caso.

Ingrediente fundamental de la cocina árabe, la salsa tahini es un puré cremoso a base de semillas de sésamo que se sirve habitualmente con los falafels, aunque también puede ser comida con pan, untada en tostadas, como guarnición, en salsera aparte en platos principales, etc.

A simple vista, puede parecer una salsa como otra cualquiera, pero seguro que desconocías sus increíbles beneficios para la salud. Y es que el consumo de sésamo, ingrediente principal de la salsa tahini, trae consigo el fortalecimiento del sistema nervioso y favorece la regulación del colesterol en la sangre. Además, mejora el funcionamiento de la memoria, fortalece al organismo para combatir la aparición de hongos, regula la tensión arterial y protege la flora bacteriana.

Como pasa con la mayoría de salsas y aderezos, se puede comprar preparada, pero no tiene comparación con elaborarla casera, por eso te dejamos una receta rápida y sencilla con la que conseguir una de las salsas estrella de Oriente Medio.

Ingredientes:

- 100 g de semillas de sésamo

- 50 gramos de aceite de oliva

- Sal

- Perejil fresco

Elaboración:

Para empezar, ponemos una sartén al fuego y añadimos las semillas de sésamo. Dejamos que se vayan tostando, removiéndolas de vez en cuando, y en cuestión de 4-5 minutos estarán listas ya que notarás que desprenden su característico olor y se dorarán ligeramente.

Retiramos del fuego y dejamos que se templen un poco para luego añadirlas en un bol junto al aceite y una pizca de sal. Trituramos los ingredientes hasta que consigamos una textura cremosa.

Servimos la salsa tahini como acompañamiento o aperitivo decorándola antes con un poco de perejil fresco y semillas de sésamo.