El cine español cuenta con unas cuantas películas de culto, pero hay dos que destacan especialmente, ‘El extraño viaje’ (1964), de Fernando Fernán Gómez, y ‘Arrebato’, dirigida por Iván Zulueta en 1979. Esta magnética, vanguardista y misteriosa película tuvo una presentación en Madrid el 2 de marzo de 1979 y se distribuyo más de un año después en salas, con nula repercusión comercial. Demasiado avanzada para los gustos de la época. No era un filme fantástico al uso –pese a ser una reflexión sobre el vampirismo que encierra el propio cine–, ni mucho menos se inscribía en el tipo de filmes de la movida madrileña, a la que Zulueta fue adscrito un tanto a la fuerza.

A finales de 1980 empezó su recorrido por certámenes (Figueira da Foz, Chicago, Fantasporto) y se granjeó la admiración de las plateas internacionales; el arte está para ser reconsiderado y, los gustos, para darles la vuelta. En 2002 se reestrenó el filme, ya visto con otros ojos, superado el malditismo que arrastraba por ser, además, el único largometraje de su director al margen de aquella curiosidad pop que hizo en 1969, ‘Un, dos, tres, al escondite inglés’, acreditada inicialmente a su productor, José Luis Borau. Desde entonces no ha parado de exhibirse en otros festivales, se editó en DVD y, en 2018, se proyectó en Sitges una primera versión restaurada. Zulueta, fallecido en 2009, no pudo saborear la repercusión tan justa que su obra maestra había adquirido.

La plataforma FlixOlé recupera de nuevo ‘Arrebato’ en una versión en 4K que restaura imagen y sonido. Es el mismo metraje, pero con una calidad superior. El sonido es algo más limpio, se han eliminado las tonalidades azules de casi todos los planos –por ejemplo, en la escena del protagonista, Eusebio Poncela, literalmente acribillado a balazos por una cámara de cine– y otros resultan ahora más claros, caso del primer plano del rostro de Poncela perlado de agua mientras se inyecta un pico. Esta versión se ha exhibido en el Anthology Film Archives de Nueva York, la filmoteca de cine de vanguardia creada por Jonas Mekasen 1970, y en diversas salas comerciales, entre ellas la que posee Quentin Tarantino en Los Ángeles. Además de estar disponible en FlixOlé desde este viernes, se ha proyectado en Cineteca de Madrid.

Ritual analógico

Poncela interpreta a un director de filmes de terror baratos que intenta superar su adicción a la heroína, su fracasada relación sentimental con una actriz (Cecilia Roth) y su crisis creativa. Al mismo tiempo, recibe una cinta de casete y una película de Súper 8 –es magnífico como el ritual analógico resulta hoy tan moderno viendo este filme, 42 años después de su realización– enviadas por el misterioso joven que encarna Will More, una especie de Peter Pan fascinado, como Poncela, por las viejas colecciones de cromos de películas. Con estos personajes y bases argumentales, Zulueta construyó un relato fascinante sobre el poder del cine, las adicciones, la infancia y los recuerdos.

Will More, en un fotograma de 'Arrebato', de Iván Zulueta.

No era un tema casual. “Yo leí ‘Drácula’ en la cárcel, en Carabanchel”, explicó Zulueta en una ocasión. “A todos nos sorprende cuando lo leemos, porque no esperas encontrar algo tan fantástico. Es la máxima seducción. A mi me encantaría hacer un ‘Drácula’ aunque se hayan hecho 28. Lo más de lo más”. El director no hizo una nueva versión de ‘Drácula’, pero si realizó una de las mejores películas sobre el vampirismo… sin vampiros.

Viendo la película es imposible entender que su rodaje fuera un absoluto caos, con un ayudante de dirección que no preparaba nada porque nunca había ejercido de ayudante y unos últimos días de filmación con el equipo reducido a tres personas porque se había acabado el dinero y el resto abandonó el proyecto. El primer montaje duraba dos horas y media, finalmente reducidas a 110 minutos. El reparto funcionó como un tiro –añadamos a Marta Fernández Muro, Antonio Gasset como montador cinematográfico y las divertidas apariciones de Luis Ciges como el portero del inmueble en el que vive Poncela–, con una única excepción: Helena Fernán Gómez –hija de Fernando Fernán Gómez y María Dolores Pradera– no se aprendía los diálogos, por lo que en el doblaje fue substituido por Pedro Almodóvar forzando la voz de mujer.