Cuando a Icíar Bollaín le propusieron hacer una película sobre Maixabel Lasa, sintió vértigo y una gran responsabilidad, pero también el impulso y la energía necesarias para entregarse por completo a esa historia. Le había impresionado mucho leer acerca de los encuentros que se produjeron entre etarras arrepentidos y los familiares de sus víctimas, y en ese sentido, la viuda de Juan Mari Jáuregui, Maixabel, se había convertido en una figura de referencia, ya que fue de las primeras en atreverse a ponerse frente a los asesinos de su esposo, entre ellos, Ibon Etxebarreta y Luis Carrasco.

Junto a la guionista Isa Campo, Bollaín comenzó a trabajar este material tan complejo. ¿Es posible el perdón por una parte y el arrepentimiento por otra? “Me parecía muy doloroso el camino que habían recorrido las dos partes hasta llegar a ese momento”, cuenta la directora antes del pase de la película en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián. “Es sobrecogedor que una víctima del terrorismo se siente a hablar con la persona que más daño le ha hecho en su vida. Pero, también, me llamaba la atención el trayecto que habían hecho esos presos para llegar hasta ahí”.

Desde que conocieron a Maixabel Lasa, tanto Isa Campo como Icíar Bollaín se enamoraron de ella, de su forma de ser, de su serenidad, de su fortaleza. Tenían claro que la película debía llevar su nombre.

Maixabel es un referente en la convivencia y la paz en el País Vasco, una luz en ese pozo que ha sido la violencia de ETA

“Es un referente en la convivencia y la paz en el País Vasco, una luz en ese pozo que ha sido la violencia de ETA. Era importante que ella fuera el eje”. Pero, como en cualquier conversación, también está la otra parte, y el espectador tenía que saber cómo llegan hasta ahí Etxebarreta y Carrasco. “En un diálogo hay dos personas, y no se puede entender si no sabes de dónde viene cada uno; por eso era fundamental saber cómo esos hombres pasan del idealismo de su juventud, a reconocer que se equivocaron”.

Cara y cruz de un conflicto

En la película, Maixabel es Blanca Portillo e Ibón Etxebarreta, Luis Tosar. Ellos son la cara y la cruz de un conflicto que todavía tiene muchas heridas abiertas. Pero precisamente por esa razón, Bollaín cree que es imprescindible contar esta historia, para seguir sanando la convivencia en un momento en el que los discursos de odio se propagan por todo el mundo.

“Desde el principio me di cuenta de que la película era un alegato brutal contra la violencia, que es terrible para todos, para la víctima, para el que la perpetra, para la sociedad en general, porque en ella se queda el dolor, el trauma. Así que pienso que esta película sirve para reflexionar en torno a lo inútiles que son los discursos de odio”.

La película sigue a Maixabel en su duelo, en su dolor, en su proceso. Por otro, lado, también nos adentramos en la transformación paulatina que va sufriendo Etxebarreta. Y, por último, está la hija de Maixabel, María (María Cerezuela), probablemente el personaje con el que más se identifique el espectador, porque ha vivido condicionada con esa tragedia y no puede entender que su madre pueda encontrarse con el asesino de su padre.

‘Maixabel’ es probablemente la película más austera de Icíar Bollaín. No quería hacer sentimentalismo con el tema que estaba tratando. Ya era suficientemente delicado como para subrayar la pena. “Me parece que recrearse hubiera sido hacer pornografía del dolor. Hay que retratarlo con sobriedad, porque creo que así el mensaje es más potente. Ya es terrible lo que estás contando como para intentar buscar la lágrima fácil”.