En Paraíso interpreta a una guardia civil, Costa, que se ve superada por la situación que se está viviendo en su pueblo costero.

Sí, lleva muy poco tiempo en su puesto y tiene planes para salir del pueblo. Pero la desaparición de tres adolescentes hace que se quede. Por un lado, por lo que puede aportar al caso y, por otro, porque tiene una relación muy personal con una de las chicas desaparecidas.

Costa es una mujer que se mueve en un mundo de hombres.

Me gustaba mucho ver eso de ella y todo lo que eso conllevaba también. Tuve la oportunidad de hablar con mujeres guardias civiles que habían empezado a trabajar en los años 90, algo bastante inusual en aquella época. Me contaron sus experiencias y las utilicé para sentir lo que sentiría una chica que empieza y ve que no la toman en cuenta. Desde fuera, me resultaba muy frustrante verlo, porque es una mujer muy intuitiva, lista y que tiene mucho que aportar, pero lo cierto es que no le dan mucho valor a sus palabras.

¿Se ha dado cuenta con esta serie de lo que las mujeres han conseguido en los últimos años?

Sí, te das cuenta de todos los progresos que hemos hecho y de que actualmente estamos en una línea muy positiva. Pero hay que ser consciente de lo que falta por recorrer. Desde luego, hay profesiones que se supone que eran masculinas y en las que resulta muy evidente el sistema patriarcal que impera en ellas.

El creador y director de Paraíso, Fernando González Molina, dice que con esta serie vivió una regresión a su infancia. Usted era muy pequeña en el año 1992, pero ¿le ha pasado lo mismo o algo parecido?

Como actriz no me he visto obligada hacer ese trabajo del que me habla, porque interpreto a una chica de mi edad. Pero estoy convencida de que es algo que provoca esta serie: cuando la ves, vives una especie de regresión, porque los protagonistas son niños que están pasando por un momento de revolución hormonal, de crecimiento y descubrimiento, e inevitablemente recuerdas cómo lo viviste tú. Paraíso es, en ese sentido, una serie muy melancólica y nostálgica.

¿Vivió también esos veranos con los amigos en bicicleta que muestra tan bien esta serie?

No tanto como me hubiera gustado, aunque sí que he estado en contacto con ese mundo. Vivía pegada al Retiro y pasaba los fines de semana con mi madre y mi hermano montando en bici, patinando y haciendo deporte al aire libre.

¿Y se escuchaba la banda sonora de Mecano, que tan importante es en esta serie?

Mi madre era muy fan y ponía su música en casa. Crecí escuchando sus canciones y, a base de oírlas, me sé cada una de ellas al dedillo.

Esta serie es su primera experiencia con el género fantástico, un registro que no es muy habitual en la ficción española.

Sí, es algo que no estamos tan acostumbrados a ver en España y que creo que va a sorprender mucho. Para mí es muy novedoso, aunque yo, como actriz, he tenido que trabajar la parte más terrenal, la de la investigación pura y dura.

Dice que, en su familia, ser actriz no era una opción al principio. Cuesta creerlo si comprobamos lo bien que están yendo su carrera profesional y la de su hermano, Javier Ambrossi (de Los Javis).

Lo de ser actriz no era una opción en principio porque mi madre trabajaba en un banco y mi padre, en el Canal de Isabel II de Madrid. Pero a mi madre le apasionaba todo lo que tuviese que ver con la música, con el baile, así que había mucha expresividad. Quizá la inclinación artística apareció por ahí...

En su profesión hay que acostumbrarse a no conseguir papeles a los que aspiraba. ¿Con su trayectoria y un Goya en su currículum, ha llegado a un punto en la que ya no recibe tantas negativas?

En contra de lo que pueda parecer, hoy sigo haciendo pruebas y recibiendo negativas, es verdad que menos que al principio, pero sí que me sigue pasando. Te acostumbras, aprendes y a la vez te sigue doliendo. Depende del proyecto. Hay algunos que te hacen mucha ilusión y sufres, pero luego entiendes que cada uno tiene su camino.