Sus destellos de clase y de brillantez saltan a la vista y su mejor estandarte no es otro que unos diálogos muy elaborados e ingeniosos, con referencias a frases antológicas de personalidades ilustres del mundo de la política y de la economía.

Con este eficaz planteamiento se abre paso en el ámbito del thriller una película curiosa que combina religión y política y que maneja con soltura elementos propios de un escenario socioeconómico en el que destaca la influencia del Fondo Monetario Internacional.

Un reto complicado el de unir realidad con ficción y política con religiosidad que el director italiano Robert Ando, que venía de dirigir la estimulante 'Viva la libertad' en 2013, ha afrontado con acierto y con aceptables resultados. Una mezcla de géneros que funciona, según el propio realizador, a dos niveles: uno realista y tangible que se asemeja al modelo de las cumbres internacionales, y el otro, el enrarecido, casi metafísico, protagonizado por personajes que están casi ocultos al mundo.

Todo un panorama insólito que nos encierra en un hotel aislado del norte de Alemania en donde se dan cita economistas, políticos, sociólogos y, para sorpresa de todos, un monje de la orden de los Cartujos, el italiano Roberto Salus. El motivo, muy oculto, es alumbrar un proyecto secreto que tendrá una influencia decisiva en la economía mundial y que contribuirá a consolidar la dinámica en la que se mueve la organización, partidaria de reforzar el poder de los más poderosos en perjuicio de las clases menos privilegiadas.

Todo este marco se viene en parte abajo cuando al día siguiente aparece muerto Daniel Roche, director del FMI, en circunstancias que remiten a un suicidio. Es entonces cuando cobran valor las últimas reuniones que el fallecido mantuvo la noche anterior, especialmente la de Salus, el último que lo vio con vida y que se convierte en el principal sospechoso. Pero el sacerdote se niega a decir algo que vulnere su secreto de confesión creando el desasosiego y la frustración entre los reunidos.

Las coincidencias con el misterio y la intriga se hacen más ostensibles, aunque la verdad de lo acaecido está lejos de romper su silencio.