Su único pero evidente defecto es que idealiza demasiado la historia, convirtiéndola en una fábula o un cuento moderno que habla del expolio de nuestros bosques, concretamente de un olivar milenario que es la verdadera seña de identidad de un agricultor que no ha acabado de asimilar el hecho de que sus hijos se deshicieran de él cortándolo y enviándolo a un lugar del centro de Europa.

Esta circunstancia le resta algo de credibilidad y erosiona en alguna medida la carga dramática y emocional de una cinta que, pese a ello, tiene una entrañable lectura y pone sobre el tapete cuestiones muy de nuestros días que tienen que ver con el paulatino deterioro del arbolado en la España rural.

La directora Iciar Bollaín ha efectuado una labor encomiable que, no obstante, estaría en un plano inferior al de sus mejores trabajos, sobre todo Flores de otro mundo y Te doy mis ojos. Con los cimientos de un artículo publicado en la prensa y en el que se contaba un hecho real relacionado con un olivo que fue arrancado por sus dueños en el Alto Maestrazgo castellonense, la directora se ha valido de un guion de Paul Laverty, habitual colaborador de Ken Loach, para desarrollar un relato reivindicativo y con una sobrecarga de emotividad notoria.

El motor del mismo es Alma, una muchacha de 20 años que comprueba cómo la vida de su abuelo, al que tanto quiere y comprende, se va apagando desde que sus hijos, con el fin de hacerse con un capital nada desdeñable en tiempos de crisis, arrancaron un olivo emblemático de la masía y lo vendieron para decorar un edificio de Alemania. Tanto es así que en una explosión de coraje Alma decide recuperar el árbol a toda costa, aunque ello suponga recorrer más de media Europa y llegar hasta Dusseldorff, en donde ha sido instalado.

Naturalmente, Alma deberá enfrentarse, para lograr ese objetivo, a sus hermanos, que no comparten su actitud al respecto. Pero ella interpreta que el dolor del abuelo es la causa que ha originado que no hable desde hace años. Y a pesar de la radical negativa del resto de su familia, no tardará en convencer a un hermano y a un compañero de trabajo para lanzarse a la carretera.