Define un personaje femenino con trazos firmes y seguros, poniendo énfasis en las circunstancias que lo hacen especial y que contribuyen a que se convierta en una auténtica rara avis, porque tiene 40 años, es soltera y ni siquiera se plantea con angustia la necesidad ya urgente a su edad de tener hijos.

En este sentido la película ofrece indudables puntos de interés, aunque también salta a la vista que esa descripción de la protagonista carece en ocasiones de los resortes dramáticos necesarios para que resulte convincente. Por fortuna la buena labor de Margherita Buy, que ganó el David Di Donatello por su creación, contribuye a que las imágenes generen unas ciertas dosis de encanto que no pasan de largo. Es la estimable, pero con ligeras reservas, cuarta cinta de la directora Maria Sole Tognazzi, la hija del inolvidable y excelente actor italiano Ugo Tognazzi y de la actriz Franca Bettoja, la primera que llega a las pantallas españolas.

El caso de Irene, que es el alma mater de la película, no es habitual porque se mueve en parámetros ajenos a los tópicos de su edad y de su condición. Es una mujer que acaba de entrar en la cuarentena y que disfruta con su peculiar trabajo, el de inspectora secreta de los hoteles de lujo, cuyos informes son determinantes para que estos establecimientos mantengan su nivel de cinco estrellas. Vive sola porque dejó sus relaciones con Andrea, su novio, aunque sigue teniendo con él contactos esporádicos, y sus vínculos familiares solo se expresan a través de su hermana y de los dos hijos de ésta, sus sobrinos. Se pasa la vida viajando por los cinco continentes y, desde luego, no tiene obsesión alguna por una maternidad que ya parece escaparse a sus posibilidades.

La vida de Irene discurre entre una soledad impuesta y asumida y unas relaciones esporádicas con un entorno que le ayuda a salir adelante en sus esporádicas crisis. Decía la directora que ha querido hacer justicia con un ser que ha sido maltratado en la pantalla y es obvio que lo logra marcando pautas que no conducen desde luego a la lástima o a la conmiseración.