Adopta el esquema del típico cuento familiar y aunque a veces se deja llevar por una ingenuidad desmesurada nunca llega perder por completo el sentido delicioso de la historia. Además tiene una virtud que no es frecuente en estos parajes tan yermos y es el exquisito cuidado en la ambientación y en la elección de unos escenarios preciosos marcados por el otoño y por la bella sinfonía de colores que los árboles presentan en esta estación.

Son detalles que hay que colocar en el haber del escritor y director Peter Hedges, autor de la novela ´A quién ama Gilbert Grape´, llevada a la pantalla por Lasse Hallstrom, y de las estimables películas ´Retrato de Abril´ y ´Como la vida misma´. De ahí que aunque pensada, sobre todo, para un auditorio juvenil la cinta no resulta empalagosa ni estúpida para los adultos. Como decía Hedges, las referencias que ha tenido eran demasiado ilustres, ´E.T.´, ´El mago de Oz´ y ´Big´, como para caer en la tontería.

Érase una vez, como arrancan los cuentos, un matrimonio formado por Jim y Cindy Green, sumido en la tristeza porque ha perdido toda esperanza de tener un hijo, incluso recurriendo a las técnicas de fertilidad. En esa situación ella opta por enterrar una caja en el jardín que contiene en su interior las principales características que debiera tener un supuesto descendiente.

Un milagro que toma cuerpo una noche de lluvia torrencial en la que aparece en su casa un niño que ante la sorpresa de ambos les llama padres. Dice que su nombre es Timothy Green y asume de inmediato su condición de miembro más pequeño del clan.

Superada la perplejidad toma sitio la felicidad y los inesperados padres adoptan dicho papel sin demasiado esfuerzo. Lo que más les llama la atención de Timothy, eso sí, son las hojas verdes que le han crecido en las dos piernas y que no se pueden eliminar. Un hecho semejante condiciona a las personas y conlleva dificultades a la hora de integrar a un niño que ha surgido de la nada en la comunidad.