Sé que el competente jurado que falló la decisión que paso a comentar no entenderá que es relevante la consideración central de la columna de hoy. Es muy probable también que buena parte de los lectores consideren mi llamada de atención una menudencia trivial que no justifica el espacio que ocupa en este periódico.

Aun así, y con toda la humildad que soy capaz de fingir, me gustaría señalar que el estribillo de la canción Contigo hasta el final, interpretada por el grupo El Sueño de Morfeo y seleccionada para representar a nuestro país en el próximo Festival de Eurovisión, es una aberración sintáctica sin el menor sentido en el ámbito de lengua española. Al principio pensé que yo estaba oyendo mal el texto, y volví a escuchar la canción.

Ratificado en mi impresión pero aún inseguro, escuché el tema por tercera vez -en esta ocasión sin poder evitar plantearme si la vida merece la pena ser vivida-. Consulté la letra en internet en un último intento de atribuirme a mí una ofuscación que hiciera del mundo un lugar más habitable. Nada. Les transcribo el estribillo al que me refiero: “Eres esa luz que a través del universo tú me invitas a volar contigo hasta el final”. No hay erratas. No faltan palabras. No lo han leído mal. Intencionadamente he omitido cualquier signo de puntuación para retar al lector a que intente puntuarlo como quiera con el fin de conseguir una frase con sentido en español. Es una tarea ante la que se arrugaría Lobezno, lo sé.

Y no lo conseguiría. Porque es imposible. Estamos acostumbrados a que las canciones que enviamos a Eurovisión bordeen las convenciones internacionales de derechos humanos y no pido cambiar esa tradición, pero, carajo, ¿es mucho pedir que sus textos, especialmente en sus estribillos, tengan más sentido que María Dolores de Cospedal explicando el finiquito de Bárcenas con la música de Europe’s living a celebration? Raquel del Rosario, cantante de ESDM, asegura que la canción “retrata una historia de amor que merece la pena que sea contada”. No haré más preguntas, señoría.