El primer capítulo de la serie Black Mirror ponía al primer ministro británico entre la espada y el cerdo: o mantenía relaciones sexuales con un puerco ante la cámara, o unos secuestradores mataban a una «princesa del pueblo» que tenía más en común con Lady Di que con Belén Esteban.

Con esa propuesta provocadora y rompedora, el capítulo piloto de Black Mirror congregó ante las pantallas de los televisores a 2,7 millones de espectadores en el Reino Unido. Ahora llega la segunda temporada a TNT España, con historias centradas en las nuevas tecnologías y la política.

En realidad, Black Mirror es más una miniserie que una serie. Las temporadas se componen de tres episodios que no están relacionados entre ellos, lo que permite desarrollar distintas tramasen cada uno (y, además, permite hablar de ellos sin desvelar detalles del argumento). Si en la primera temporada, que pasó por España hace unos meses (Cuatro y TNT la estrenaron) con grandes datos de audiencia, la serie de Charlie Brooker para el canal británico Channel 4 exploraba principalmente la importancia de los medios de comunicación y de los programas de televisión, en la segunda tanda de tres episodios el hilo conductor de todos ellos, insinuado en el tercero de la primera temporada, son las nuevas tecnologías y su interacción con la sociedad moderna.

En el primer episodio, titulado Vuelvo enseguida, la serie cuenta la historia de un matrimonio joven que se rompe al morir el marido. La esposa, interpretada por Hayley Atwell, se obsesiona por volver a contactar con él, un hombre, a su vez, fanático de las redes sociales.

El segundo, Oso blanco, cuenta la historia de una mujer que aparece de repente en un mundo en el que es objeto de constantes grabaciones aficionadas a través de las cámaras de los teléfonos móviles.

El tercero y último de la segunda temporada, El momento de Waldo, relata cómo un humorista televisivo acaba presentándose a las elecciones al Parlamento británico (les sonará la historia si cambian ´Parlamento británico´ por ´Eurovisión´). Esta temporada acaba de terminar en Reino Unido con el mismo éxito que la primera.

Sea como fuere, lo cierto y verdad es que tanto público como crítica han dado su visto bueno a Black Mirror.

Tanto es así, que el actor estadounidense Robert Downey Jr., conocido por interpretar a Iron Man en la saga de películas homónimas, ha comprado los derechos cinematográficos del tercer capítulo de la primera temporada, que cuenta la historia de una sociedad en la que un chip integrado en cada persona permite grabar todo lo que han visto u oído en su vida.

Black Mirror, que hace referencia a las pantallas negras de teléfonos móviles, ordenadores o televisiones que se encuentran en casi todos los hogares modernos, aún no está confirmada para una tercera temporada, pero todo parece indicar que Channel 4 seguirá apostando por esta ficción que, contra todo pronóstico, ya es una de las series de culto más importantes de los últimos años gracias a la gran capacidad que tiene para hablar de temas actuales, de preocupaciones de la vida diaria, y de criticar a una sociedad que Brooke considera deshumanizada.