Zamora encara las fiestas navideñas con la certeza de que la pandemia no ha terminado, pero con la necesidad de mirar al frente para ir superando etapas y empezar a sentar las bases de la normalidad que imperará tras la crisis sanitaria. El avance de la vacunación ha puesto a la ciudadanía en una tesitura mucho más cómoda que en el tránsito de 2020 a 2021, aunque la sexta ola también ha llegado para recordar que la mascarilla tendrá que imperar en determinados contextos y que la algarabía de ciertos festejos tendrá que convivir con la prudencia que exige el contexto.

Unas fiestas con protección y mirada al frente

En esa fina línea se moverá Zamora estas Navidades. Entre la recuperación de ciertas tradiciones perdidas el año pasado y la pertinencia de tomar estos avances con cautela. La provincia vivirá, salvo inesperada novedad de última hora, sin toque de queda y sin cierre perimetral. Aquellas medidas parecen cosa de otros tiempos, pero diciembre de 2020 transcurrió con ellas vigentes tras un otoño negro que esta vez no ha sido tal.

La ausencia de esas restricciones permitirá un mayor movimiento en la ciudad, ofrecerá un balón de oxígeno a la hostelería y facilitará la tradicional celebración de la Navidad y el Año Nuevo, tanto en el contexto familiar como en el festivo. Se espera que los jóvenes, y no tan jóvenes, recuperen esa alegría, y que muchos más retornados se incorporen este año, tras el paréntesis de ausencia provocado por la parte más dura de la pandemia.

Conviene recordar que, el año pasado, muchos se quedaron en sus respectivas ciudades para evitar el riesgo de contagio a sus padres y sus abuelos, una medida necesaria en algunos casos, pero que dejó un poso de melancolía en los afectados, que este año se podrán resarcir con las obligadas precauciones.

Con esto, se espera que los pueblos también reciban mucha más gente que el año anterior, como también ha ocurrido durante el reciente puente de diciembre, que ha traído a muchos hijos de la tierra a sus localidades de origen.

En definitiva, Zamora afronta la Navidad con buenas perspectivas, y también con la esperanza de que 2022 sea el curso de la recuperación definitiva. La mejoría es evidente, pero la cabeza demanda ya normalidad absoluta, sin olas de las que preocuparse. La vacunación avanza por el buen camino y muchos habrían firmado estar así a estas alturas, en una fase en la que la vida empieza a merecer tal nombre y en la que los zamoranos miran a las fiestas con ilusión y con ganas de celebrar que todo sigue adelante.