Durante casi un mes, Qatar centrará todas las miradas: por primera vez en la historia, el Mundial se disputa en un país árabe; un país que hace unas décadas era apenas un refugio de pescadores de perlas y que hoy se ha convertido en uno de los colosos del Golfo Pérsico, pese a sus escasos kilómetros cuadrados.

Merece la pena, por lo tanto, acercarse a los expertos para intentar conocer realmente cómo es Qatar; sus virtudes y defectos, su increíble desarrollo en pocos años, su presente y su futuro.

Ignacio Álvarez-Ossorio, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense y autor de ‘Geopolítica de las primaveras árabes’, ha unido esfuerzos con Ignacio Gutiérrez de Terán -profesor titular de Estudios Árabes e Islámicos en la Autónoma de Madrid, traductor de árabe y autor de ‘Las revoluciones árabes, relato de un proceso en desarrollo’- para escribir el libro ‘Qatar. La perla del Golfo’, recién publicado por la editorial Península. 

-La asignación del Mundial a Qatar levantó suspicacias desde el primer momento, y en los últimos meses esas dudas, convertidas ya en críticas, han arreciado. 

Ossorio: Será el primer país árabe que organiza un Mundial, y el más pequeño en hacerlo. Es un país sin tradición futbolística, nada que ver por ejemplo con Marruecos o Egipto. En los últimos 50 años, desde su independencia del Reino Unido, Qatar ha experimentado cambios muy drásticos. Ha pasado de ser un país de pescadores de perlas a buceo, comerciantes y pastores, a una potencia de gas y petróleo. Vivió una modernización ultrarrápida en los años 90, cuando se empezaron a construir imponentes rascacielos en Doha, donde reside el 80 por ciento de la población del país.

Terán: Es un país autoritario donde rige un único gobernante, asistido por su gran familia. Pero la mayor parte de los ciudadanos qataríes, que son en total unos 350.000 (en un país de casi tres millones de habitantes), no tiene ningún motivo de resentimiento o una percepción negativa de sus gobernantes porque sus servicios básicos están completamente satisfechos, cuentan con subvenciones, trabajos estables y privilegios en forma de ayuda a la vivienda y a la familia. No hay reclamación democrática, entre otras razones porque no existe esa tradición. No sufren una represión continua y no hay grandes demandas políticas; el poder no les reprime, como sucede en otros países vecinos, caso de Irán, donde las normas religiosas son mucho más estrictas.

-¿Toda la riqueza del país viene del gas y el petróleo?

Terán: El maná de los hidrocarburos compra la paz social: Qatar tiene un estatus económico muy alto, y una renta per capita que duplica a la española. Es un estado rentista, en el sentido de que una parte de los ingresos se dedica a financiar sanidad, educación, vivienda y empleo. Es un estado benefactor, que compra la paz social. Por cierto, en árabe se pronuncia ‘Qátar’, con acento en la primera sílaba. Y nos duelen los ojos cuando lo vemos escrito con ‘C’, ‘Catar’….

-Hasta hace poco se mantenía vigente la ‘kafala’, que permitía a los empresarios controlar absolutamente a sus trabajadores y retenerles la documentación. ¿Sigue aplicándose, en la práctica? 

Terán: Conviene apuntar que cinco de cada seis ciudadanos qataríes trabajan en empresas públicas. La empresa privada también está desarrollada, sobre todo en lo referido a construcción, caminos y servicios e hidrocarburos. La ‘kafala’, al menos en teoría, se ha eliminado a través de una serie de leyes. Pero es un rasgo definitorio en otros países del Golfo. Es un sistema de semiesclavitud en virtud del cual el patrón es el garante del trabajador. Es él quien se queda la documentación del trabajador mientras dure el proceso de trabajo y también una parte de su salario.

A veces, el que retiene la documentación y esa parte del salario no es el patrón como tal o la empresa contratante, sino un tercero, una especie de intermediario.

Ossorio: La ‘kafala’ daba lugar a situaciones de indefensión: los trabajadores no podían desplazarse, no tenían documentos, no podían cambiar de trabajo. Si el empleado dejaba su puesto de trabajo, se convertía en un huido de la justicia. Ahora se ha eliminado la ‘kafala’ y los trabajadores pueden dejar sus empleos y salir del país. Ha habido ciertas mejoras: un salario mínimo, más días de vacaciones, bajas médicas, etc.

Terán: En 2012, las jornadas laborales eran de doce o de catorce horas, de lunes a lunes y sin cobertura sanitaria. Ahora, por ley, los empresarios están obligados a mejorar esas condiciones, aunque es cierto que muchos empresarios intentan torear esas leyes. Pero el estado no tiene capacidad para vigilar que se cumplan a rajatabla. Incluso muchas empresas occidentales se aprovechan de esa indefinición para aplicar contratos que podríamos llamar semiesclavistas.

Qatar. La perla del Golfo, editado por Península Península

-¿En qué consiste el ‘machlis’, una forma de organización política propia de Qatar?

Ossorio: Son lugares de encuentro, donde se debaten grandes asuntos que atañen a la tribu o la familia. Es una especie de parlamento oficioso.

Terán: Es la manera que tenían las tribus de canalizar las demandas o agravios ante las autoridades. Son estructuras de carácter informal, pero con hilo directo con las autoridades. Hacen llegar sus quejas y demuestran la pervivencia del tribalismo; incluso las autoridades fomentan ese tribalismo porque es una manera de desactivar el activismo político. Las tribus más importantes del país han sido incorporadas al gobierno. Los mismos apellidos se repiten constantemente entre los gobernantes.

-La mujer sigue sufriendo desigualdad.

Ossorio: Qatar es un país conservador y tradicional. La mujer no está en situación de plena igualdad. Cabe decir que Qatar es un país más abierto que Arabia Saudí y que en los últimos años ha habido avances. En la universidad hay más mujeres que hombres. Las dos terceras partes son mujeres y muchas se incorporan al mercado laboral. El código de vestimenta no es tan estricto como en Arabia. La mujer tiene mayor libertad de movimientos, pero insisto en que es una sociedad tradicional y muy conservadora, con escaso margen de maniobra. En el ámbito legal, por ejemplo, la mujer está en una posición de inferioridad con respecto al hombre; en cuestiones como el matrimonio, las herencias, la tutela de los hijos, los viajes al extranjero. Es algo que sucede también en los países del entorno. Por otra parte, en los últimos años ha crecido la presencia de las mujeres en el ámbito político y en el consejo consultivo de Doha. Hay tres mujeres que ocupan el cargo de ministras, algo impensable hace quince o veinte años.

-La FIFA otorgó el Mundial a Qatar en 2010. Han pasado doce años. ¿En qué ha cambiado el país en este periodo?

 Ossorio: Ha cambiado notablemente, sobre todo en el aspecto demográfico porque la población se ha duplicado, con la afluencia masiva de trabajadores asiáticos, que se han encargado de la construcción de las infraestructuras, de los nuevos barrios, hoteles, carreteras, metro, etc. Ha habido una revolución urbanística en la última década. 

Terán: También ha generado susceptibilidades entre sus vecinos. Qatar es emirato pequeño, y el hecho de que se haya llevado el gato al agua y pueda organizar el primer Mundial en el mundo árabe, no se ha visto con especial alegría en los países vecinos, que recelan del poder creciente de Qatar. Para Qatar, es una forma de ganar proyección y una excusa para poner a Qatar en el mapa y potenciar de paso el turismo. Son cambios positivos para Qatar, pero que al mismo tiempo pero fomentan las tensiones con otros países de la zona.

-Una de las grandes curiosidades de Qatar es el altísimo porcentaje de población extranjera: solo un doce por ciento de los habitantes tiene nacionalidad qatarí. ¿Cómo se gestiona un país así? 

Terán: A lo largo de los últimos 30 años, Qatar ha intentado renovar de forma periódica la identidad nacional. A los trabajadores asiáticos se les impide la reagrupación familiar, casi todos son varones que han llegado al país en solitario, a excepción de las mujeres que se dedican al servicio doméstico. Y esos trabajadores viven en una sensación de temporalidad continua, que desde las autoridad se intenta mantener. La gente que va a trabajar a Qatar sabe que solo estará un tiempo determinado. Las leyes laborales permiten un cambio fluido de trabajadores. Los trabajadores de otros países se concentran en lugares donde no hay qataríes, sobre todo en el extrarradio de la ciudad de Doha. Es una sociedad marcada por la compartimentación, una sociedad de varios niveles y de derechos diversos. Los nacionales son minoría, pero saben que tienen la seguridad y la estabilidad. Y los inmigrantes no albergan idea de protagonismo político, solo se preocupan de poder enviar dinero a sus familias y poco más. Aspiración para volver. 

-Los qataríes tienen más derechos que los extranjeros.

Ossorio: Sí, unos son ciudadanos de primera y otros de tercera. Hablamos de derechos económicos, sobre todo de subsidios concedidos por el estado. Pero también de derechos políticos, porque pueden tomar parte en las decisiones, y derechos sanitarios, con mejor acceso a los servicios.

-La homosexualidad se reprime.

Ossorio: La homosexualidad está completamente prohibida en todos los países árabes, y Qatar no es ninguna excepción. Creo que en este sentido serán tolerantes cuando empiece el Mundial. En otros países, como Arabia Saudí, hay activistas encarcelados y castigados, en función de la aplicación de la ‘sharía’. En Qatar, aunque sus dirigentes han dicho que serán relativamente tolerantes, han pedido que las muestras de cariño sean lo más limitadas posibles. La ‘sharía’ sigue vigente.

Terán: A los qataríes, el tema de la homosexualidad no les importa demasiado. No entra en su agenda. No es que no tengan sentimientos, es que no entra dentro de sus prioridades diarias. Lo material lo tienen plenamente resuelto. Las autoridades están intentando alcanzar un difícil equilibrio, sobre todo por las presiones que llegan básicamente de Europa, no de otros puntos. Tienen que tener en cuenta la sensibilidad de su población. Yo creo que si fuese por ellos, serían mucho más permisivos, serían partidarios de favorecer que haya expresiones de sentimiento homosexual, pero la sociedad qatarí es como es y muchos no lo ven con buenos ojos. Es una sociedad tremendamente conservadora. 

-¿Qué puede ocurrir si algunos jugadores, equipos o aficionados lucen los colores arcoíris o reivindican abiertamente los derechos de los homosexuales?

Ossorio: Lo que pase dentro de los estadios es cuestión de la FIFA. Si la FIFA los aprueban, bienvenido sean. Pero fuera de los estadios, la competencia es de las autoridades de Qatar. ¿Cómo van a reaccionar? Nos plantea muchas dudas. 

Terán: Imagino que intentarán controlar desde el inicio que no haya manifestaciones. En partidos más o menos sensibles, intentarán acotar una zona de aficionados. También está el tema de las bebidas alcohólicas, ¿cómo lo van a controlar? Tendrán que hacer un juego de equilibrios, ser más o menos permisivos pero sin ir en contra de sus principios morales ni ofender a su población.

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-¿Qué recomendaciones generales trasladarían a los aficionados que viajen a Qatar con motivos del Mundial?

Ossorio. Que aprovechen la coyuntura para salir de Doha y conocer otras parte del país. Qatar no es solo Doha. Es un país pequeño, más o menos como la Región de Murcia, y se puede alquilar un coche durante un día y ver el contraste entre Doha y otras partes del país. Más allá de los rascacielos de Doha, hay otro Qatar. Es un país muy seguro y sin ningún tipo de delincuencia, algo que sorprende a los expatriados. Los qataríes dejan las llaves puestas en el coche, saben que no va a pasar nada. También recomendaría a quienes viajen a Qatar que intenten conocer a los ciudadanos qataríes: acercarse a ellos, comprenderlos, cómo es su día a día y cómo ven las cosas. Seguro que desmontan muchos estereotipos establecidos, más que por mala fe, por desconocimiento. Es un pueblo muy sociable, siempre que le trates con respeto.