La matriarca de una familia vinculada a la educación
Concepción Montalvo Álvarez celebra sus cien años de vida orgullosa de sus siete hijos, seis de los cuales han sido maestros o profesores en diversas ciudades de España

Concepción Montalvo Álvarez, rodeada por sus siete hijos el día de su cumpleaños. / Cedida
Concepción Montalvo Álvarez cumple un siglo de vida en la que, echando la vista atrás —y sin olvidar todos los sinsabores y sacrificios que tuvo que hacer junto a su marido Claudio—, no puede estar más orgullosa de sus siete hijos, aquellos que criaron juntos en Casaseca de las Chanas y que sacaron adelante.
El quinto, al que bautizaron como su padre, decidió quedarse en el campo y seguir con la labor de sus progenitores en las tierras familiares, pero los otros seis se han dedicado a la enseñanza, en diferentes campos. Una auténtica familia de docentes que han aportado mucho a la educación desde Zamora al mundo.
Isabel, la mayor, estudió Magisterio e Historia, teniendo que irse a trabajar a Barcelona.
Misionero en Colombia
Mateo Alejandro, el segundo hijo, consagró su vida a la Iglesia, convirtiéndose en misionero del Verbo Divino, aunque también centrado en la enseñanza, formado como maestro, teólogo y filósofo. Colombia fue su destino durante más de cuarenta años, antes de regresar a España, asentándose en Dueñas.
Ángel, el tercero de los hermanos, cursó Magisterio y Filosofía en la Universidad Pontificia de Salamanca y ha dado clase en Madrid y Barcelona. A la Educación Especial se dedicó Rosalía, quien hizo su vida profesional y personal entre Ibiza y Formentera.
Esta lista de hermanos docentes se completa con las mellizas, Dolores y Concepción. Entre las dos han completado las carreras de Magisterio, Psicología, Pedagogía, Inglés y Música. A esta última materia se dedicó profesionalmente la primera, recorriendo escuelas de Melilla, Palma de Mallorca y Gijón, mientras que su hermana, también profesora de música, ha ejercido en Lepe y Palma de Mallorca.

Concepción Montalvo Álvarez, con sus siete hijos. / Cedida
En la actualidad, tan solo quedan en activo las mellizas, Loli y Conchi, aunque están contando los meses para esa merecida jubilación, que llegará con el final de curso, el próximo junio.
Hijos agradecidos
A pesar de las grandes distancias por el trabajo en colegios repartidos por todo el país —incluso en el extranjero, en el caso del hermano misionero—, siempre encontraban un hueco para visitar con frecuencia a sus padres en Casaseca de las Chanas.
"Mis padres eran gente de campo y tuvieron que trabajar muchísimo, porque no éramos precisamente una familia adinerada, para que seis de sus hijos estuvieran estudiando a la vez. Pero es que ellos querían una buena formación para nosotros", asegura la mayor de los hermanos. "En Casaseca de las Chanas se conoce a nuestra familia por lo trabajadora que ha sido siempre", añade.
Los hermanos s reunieron el pasado 17 de marzo para celebrar con la matriarca, Concepción, sus cien años de vida, esperando poder estar juntos por muchos años más y agradeciendo todo lo que ha hecho por ellos.
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