Una ciudad accesible
El colegio Virgen del Castillo pone en marcha el proyecto Zamora Inclusiva, para facilitar la integración social del alumnado
Todo comenzó cuando los profesores del centro de educación especial Virgen del Castillo quisieron que sus alumnos, que se desenvuelven perfectamente en el colegio gracias a la señalización de la que disponen —incluso auditiva—, pudieran comunicarse sin problema más allá de las paredes del centro. “El objetivo era que su entorno fuera más comprensible para ellos y ayudar a su integración social”, expone Javier Ríos, uno de los miembros de este equipo que ha hecho posible el proyecto bautizado como Zamora Inclusiva, en el que también están implicados Amalia Crespo, Gustavo López, Beatriz López y Tino Rodríguez, y que cuentan con la inestimable ayuda de la directora del colegio, Yoana Prieto.
Nace así un proyecto basado en los habituales pictogramas con los que se trabaja con estos alumnos, pero incorporando símbolos creados por Arasaac, entidad dependiente del Gobierno de Aragón, para que los alumnos puedan desenvolverse sin problema en acciones de la vida diaria, desde enviar una carta en la oficina de Correos hasta comprar el periódico en un quiosco.
El trabajo desde el colegio está hecho —y continúa creciendo— pero para que el proyecto se lleve a la práctica se necesita ahora la colaboración tanto de diferentes entidades, públicas y privadas, como de establecimientos. En todos ellos se colocaría un código QR cuyo escaneo ofrecería en el teléfono móvil una imagen con pictogramas relacionados con el lugar, para facilitar la comunicación del usuario, sean cuales sean sus capacidades.
Así, por ejemplo, en una tienda de bolsos estos dibujos representan desde el tamaño, hasta el color, la cantidad o la posibilidad de hacer el pago en efectivo o con tarjeta.
A finales del pasado curso se realizaron las primeras colaboraciones con establecimientos cercanos al colegio, en el barrio de Pinilla, y la acogida no pudo ser más satisfactoria. “La respuesta de los comerciantes ha sido muy buena, pero es cierto que nos lleva un tiempo el explicar a cada establecimiento cómo funciona esta iniciativa”, reconoce Amalia Crespo. Aun así, eso no les impide que hayan decidido ampliar los lugares donde se pueden colocar estos códigos, como bancos, la comisaría, restaurantes o incluso una escuela de música. “Hay mucha investigación previa detrás”, apuntan desde el grupo de profesores, que además se han tenido que hacer “expertos informáticos” a marchas forzadas para mejorar el programa y seguir creciendo.
Lo que agradecen especialmente es el apoyo recibido desde la Dirección Provincial de Educación. “Nos han recibido y seguido el programa desde el primer día y nos respaldan para seguir avanzando”, subrayan. Un crecimiento que necesitará de una gran inversión para llegar todavía más lejos y lograr el objetivo principal. “Hablamos de inclusión, pero también de conseguir que estos niños y jóvenes logren una autonomía, para tener una vida lo más normalizada posible, cada uno a su nivel”, confían.
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