Miguel Ángel Lurueña, experto en nutrición, ha sido uno de los ponentes que ha participado en la última edición de la Semana de la Ciencia, unas jornadas de formación y divulgación para profesores y alumnos, organizada por la Dirección Provincial de Educación y los CFIE.

–¿Es importante incluir la alimentación en el aula como materia?

–Es fundamental, porque todos comemos al menos tres veces al día y es algo esencial para la salud, además de repercutir en otros aspectos de nuestra vida, como la economía.

–¿A qué edad es mejor iniciar esta formación?

–Debe empezar desde que se nace, primero en casa y luego continuar en la escuela, desde las primeras etapas, adaptando los conocimientos y la forma de enseñar a cada nivel, para que lo entiendan según su capacidad.

–¿Su curso “Enseñando a comer” demuestra que primero hay que formar a los docentes para que después puedan transmitir esos conocimientos?

–Es esencial que quienes se dedican a enseñar estén actualizados y tengan conocimientos sobre este tema. Hay gremios relacionados, como el de los docentes o incluso el de los médicos, que no son expertos en alimentación. Además, a menudo se cae en algunos dogmas que vienen de lejos aunque no tengan fundamento y que incluso se pueden leer en los libros de texto, como, por ejemplo, lo de comer cinco veces al día, que las grasas son malas o la obligación de beber dos litros de agua diarios.

–¿Qué le ha enseñado en este curso a los profesores?

–He intentado, primero, darles los conocimientos para que sepan desenvolverse por sí mismos, para que tengan una base y aprendan a discernir todos los mensajes que nos llegan, sabiendo lo que es una alimentación saludable y aprendiendo a elegir productos, a hacer la compra o a manipular alimentos en casa de forma segura. Son aspectos fundamentales que deberíamos saber todos, porque nos relacionamos con alimentos a diario. También les he ofrecido herramientas concretas para la docencia, como guías dietéticas, recursos bibliográficos o experimentos y prácticas con alimentos para acercar la ciencia de la alimentación a los estudiantes y hacer todo más próximo.

–También ha ofrecido en estos días webinars a niños de diferentes edades. ¿Qué tal la experiencia?

–Al ser online, llegamos a muchísima gente, más de 4.000 alumnos, pero la pena ha sido no poder interactuar con ellos. Los más pequeños son siempre los que más entusiasmo muestran y con todos hice experimentos para despertar su interés.

–¿Es un obstáculo complicado la publicidad que existe sobre alimentación?

–Es otro tema que hemos tratado en el curso con los profesores. Por lo general, no sabemos mucho sobre alimentación, estamos despistados sobre qué tenemos que comer o cómo elegir alimentos. Al final, tenemos un lío tremendo, con la publicidad por un lado pero también con esa falta de conocimientos por unas carencias del sistema educativo que espero que, con iniciativas como esta, se vayan eliminando.

Miguel Ángel Lurueña, con su libro. Cedida

–¿Y qué papel juega Internet?

–También es un arma de doble filo, como herramienta buena para informarse, pero mala para desinformarse. Hay que tener buen ojo y criterio para saber discernir cuál es la información rigurosa y cuál no lo es. Es algo muy complicado, porque necesitamos, por una parte, pensamiento crítico para plantearnos las cosas, dudar y no creernos todo lo que nos llega y, por otro lado, conocimientos y recursos para averiguar lo que es o no cierto.

–En ese terreno, usted aporta su granito de arena con su blog Gominolas de petróleo.

–De eso se trata, por lo menos para que se nos encienda la bombilla cuando nos llegan mensajes del tipo “esta fruta te cura el cáncer” y que tengamos unos recursos a los que acudir, con fuentes rigurosas y buenas referencias.

–¿Cómo comenzó esta carrera de divulgación?

–Empecé hace un poco más de diez años, después de trasladarme a Gijón. Estudié en Zamora la carrera de Ingeniería Agroalimentaria y luego, tras seguir formándome con Tecnología de los Alimentos en la Universidad de León, regresé al Campus Viriato para hacer el doctorado y dar clases en la universidad. En Asturias fue donde puse en marcha el blog, porque me gusta compartir conocimientos y quería también ofrecer herramientas para evitar que nos engañen con la alimentación.

–Y ha hecho de ello su profesión.

–Ahora me dedico de lleno a dar cursos y charlas, he escrito un libro, colaboro habitualmente en medios de comunicación y los contenidos que ofrezco en mi blog se centran en las demandas de información sobre noticias que no son del todo claras, que generan bastantes dudas, además de curiosidades sobre alimentación o cómo interpretar etiquetas.

–Con su amplia experiencia, ¿qué análisis se puede hacer de la alimentación de los españoles?

–En general, estamos un poco despistados. Por ejemplo, no sabemos muy bien cómo hacer la compra, porque no sabemos cómo mirar las etiquetas. Tampoco tenemos muy claro qué comer, aunque pensemos que sabemos. Pero en realidad no, y eso es lo peor, porque no somos conscientes de ello. A pesar de presumir de dieta mediterránea, si nos fijamos en los datos, alrededor del 50% de la población en España tiene exceso de peso. Entre los niños ese dato también es preocupante, con un 40% de obesidad entre menores de seis a nueve años, lo que les puede llevar al desarrollo de enfermedades graves como diabetes tipo 2 o dificultades cardiovasculares. Por lo general, estamos como en los países de nuestro entorno, pero la parte positiva es que vamos mejorando, porque cada vez hay mejor información.